Acción Jurídica





"…Y comerás chatarra con mis ideas, y beberás batidos con mi confort, te quejarás del mundo frente a mi tele, con mi control remoto, en mi sillón. Y ni tu presidente, ni tu bandera, ni tu querido prócer te salvarán. Lo que nos asegura nuestra victoria, es tu maravillosa comodidad. Estoy para servirte, porque me sirve. Estoy para venderte, ya te compré. Si vos no cambiás algo, no cambia nada. Ni aunque tu presidente sea Fidel”. 
"El sueño americano" Agarrate Catalina


   La relación de fuerzas en el lugar de trabajo entre la patronal y los trabajadores se pone interesante cuando estos últimos logran poder organizarse para hacerse fuertes y, en principio, resistir los avatares empresariales para luego avanzar en la conquista de sus derechos. Esto es más sabido por las propias empleadoras que por los trabajadores, que ante las necesidades cotidianas (la falta de puestos de trabajo y la cantidad de mano de obra disponible) hacen que la docilidad sea mayor.
   Las prácticas antisindicales son de lo más variadas. Están aquellas persecutorias a los activistas sindicales, de ruptura interna de los gremios o grupos organizados de trabajadores, y aquellas en las cuales lo que se intenta destruir es la condición de clase del trabajador para hacerle sentir la empresa como propia.
   Las primeras son las más tradicionales, rudimentarias o hasta incluso burdas. Las patronales siempre se han servido del aparato represivo y judicial del estado, persiguiendo a los trabajadores más representativos de sus compañeros con causas penales. No fue casualidad la desaparición de los abogados laboralistas de la ciudad de Mar del Plata en la última dictadura cívico–militar, en la denominada Noche de las Corbatas. Fue un golpe que apuntó a los trabajadores y no al campo jurídico.
   En estos tiempos más tranquilos y con algunos operadores jurídicos más sensibles, las fiscalías han comenzado a desestimar denuncias de este tipo, pero con la complicidad de colegas ingeniosos se inicia la persecución civil o patrimonial. Demandas millonarias contra trabajadores que sólo buscan inquietar, alterar y violentar la tranquilidad de ellos y sus familias en base a un inexistente daño a la imagen de la empresa. Estas causas luego de notificadas son abandonadas, no buscan reparar ningún daño sino generar el temor en el trabajador y su familia de que todo lo que han conseguido lo podrán perder en un juicio.
   Las segundas requieren, como requisito condicionante, de la complicidad de aquellos que luego terminan traicionando a la clase. La burocracia sindical que se ha apoderado de muchos gremios en todo el mundo (no es una cuestión argentina o latinoamericana)  ha sido creada, estimulada y alimentada por las propias empresas (controlando las dirigencias tendrán calmas a las masas), contando con el apoyo incondicional de los Estados liberales. El manejo de las obras sociales a través de los sindicatos fue una herramienta muy importante para consolidar esa burocracia que contaba con una caja grande para poder perpetrarse en el poder, para así sostener la voluntad patronal. Lo mismo  intenta hacer hoy la nueva ley UIA (así hemos denominado la nueva ley de Riesgos del Trabajo) con las mutuales de riesgo.
   Pero más solapadas, disfrazadas y cínicas, son las prácticas antisindicales que buscan despojar al trabajador de su condición de tal, vendiendo espejitos de colores como en los tiempos de la colonización. Bonificaciones, premios, cenas de fin de año, cursos de formación en el exterior que lo único que hacen es estampar en la frente del asalariado la marca de la empresa tal como se marca al ganado.
  Una de las más típicas en esta categoría es la idea de carrera empresarial. Arrancando en el lugar de trabajo se ofrece una escalera piramidal en la que cada vez se reducen más los puestos mientas más arriba se esté. La competencia hace que no se vea al de al lado como un compañero sino como un rival. Comenzando por el empleado del mes, arranca una carrera despiadada por los benditos asensos que, mientras más se sobreexplote, más se autosubemplee y más compañeros acalle, más rápido irá subiendo. Pero esa escalera siempre tendrá como llegada el abismo. Cuando ya no haya más por explotar, la empresa descartará a ese trabajador de la misma forma que cambia de cajas registradoras.
   En esto, la burocracia sindical ha tenido un doble efecto. El primero es el control de la lucha sindical sometiendo a las bases a sus dirigencias, y el segundo es la demonización de los sindicatos como herramienta de los trabajadores, que conduzca a soluciones colectivas de sus luchas por medio de la organización desde abajo.
   La salida que vemos es la de siempre. La participación de los trabajadores en la toma de decisiones, la elección de los delegados en los lugares de trabajo que representen directamente a sus compañeros y no a los sindicatos o a la gerencia de la empresa, lo que acortará la brecha entre trabajadores y dirigentes hasta que estos sean la viva voz de aquellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario