Opinión



Luego de varias décadas de retroceso cultural, económico y político producto de un proyecto de país de matriz neoliberal, el pueblo dijo ¡¡Basta!! ¨Que se vayan todos¨ y ¨Piquete y cacerola la lucha es una sola¨; presidente que continuaba la misma línea política presidente que se iba. Así de caldeada estaba la cosa hasta que llegó el 2003.
El Gobierno de Néstor Kirchner se convierte, luego de una década de indiferencia al pueblo por parte de sus gobernantes, en el primer gobierno que retoma algunas de sus banderas y delinea un proyecto de país neodesarrollista, que se mantiene hasta la actualidad, logrando un avance para la sociedad desde muchos puntos de vista: económico, cultural y político.
Un proyecto de país que, sin necesidad de cuestionar el capitalismo, supo y sabe atender las reivindicaciones del pueblo y no sólo desde el plano discursivo, sino con participación popular y medidas concretas. Sólo por citar algunas podemos nombrar: Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, Nacionalización de la AFJP, estatización de 51% de las acciones de YPF, Ley de matrimonio Igualitario, Asignación Universal por Hijo, Programas de Inserción social y en el plano laboral y sindical, paritarias en todos gremios. Es por ello que hablar de que el país está en crisis no es lo más indicado para la etapa, sino más bien hacerle el juego a una derecha recalcitrante que tiene miedo de perder todo lo que obtuvo desde comienzos del 76`, y para ello no duda en apoyarse en el mínimo consenso para ganar terreno.
Este nuevo proyecto de país que el oficialismo continúa construyendo generó el interés de varios movimientos sociales territoriales, sindicales, estudiantiles, de Derechos Humanos, empresas recuperadas, de producir un cambio social y cultural por dentro del Gobierno, ya que encuentran respuestas a sus reivindicaciones, cosa que no ocurrió durante el neoliberalismo.
Ahora la pregunta será ¿Hay una coordinación nacional de los movimientos de base que esté pensando de forma articulada un proyecto de país socialista que le dispute al proyecto neodesarrollista actual? ¿Cuál será la vía que nos conduzca hacía ese socialismo ¿Qué construimos y con quién?
En este caso, la nueva izquierda no elige dar pelea por dentro del kirchnerismo porque el gobierno habla de la construcción de un ¨Nuevo Capitalismo¨ y nosotros luchamos por un ¨Sistema Socialista y de poder popular¨. La diferencia no es de términos sino de un proyecto social, cultural y político. Pero, ¿Con quién pensamos continuar generando las condiciones sociopolíticas hacia un cambio social, sólo con los militantes de la Nueva Izquierda o con la mayor parte de la sociedad?
El kirchnerismo con sus políticas lo que logró fue fraccionar a ese campo popular que se encontraba desarticulado y sin mayor proyección política, pero que a su vez tuvo la fuerza suficiente para expulsar a cinco presidentes en dos años. El oficialismo tuvo la capacidad de parar le pelota destituyente y ofrecerle al pueblo un lugar dentro de su Proyecto Nacional y Popular, brindándole organización, cosa que aún hoy la Izquierda no puede hacer, por el nivel de desarticulación en el cual se encuentra.
También el Gobierno Nacional logró polarizar la política: “si apoyás las medidas del gobierno sos kirchnerista y sino sos de derecha”. Ahora bien, la derecha viene perdiendo como loco pero intenta rearmar su bloque de oposición al cual el kirchnerismo hace un tiempo que le pasa el trapo. La última victoria de la derecha fue en el 2009 con el conflicto del campo, y de ahí en más chapotazos para cualquier lado, que no generan más consenso que con ese sector de la sociedad afiebrado por el menemismo.
El desafío de la Nueva Izquierda quizás sea intentar coordinar las luchas que nos unen con otros movimientos, agrupaciones, centros de estudiantes, colectivos culturales, radios comunitarias, etc., estén o no dentro del kirchnerismo, pero que luchan por una transformación social, en pos de unificar nuevamente al campo popular que luchó y lucha por un cambio social verdadero, poniendo en tensión al gobierno, obligándolo a dar respuesta a los reclamos del pueblo.
Ahora bien, supongamos que la transformación social intentamos realizarla con un amplio sector de la sociedad y no sólo con los militantes de izquierda ¿Aporta salir a matar al kirchnerismo entendiendo que gran parte de la sociedad se siente contenida con las medidas que toma el oficialismo? ¿Cómo no nos alejamos de la sociedad evitando quedar aislados de victorias que le pertenecen al pueblo y no necesariamente al kirchnerismo? ¿Cómo interpelamos a una sociedad sumamente politizada? ¿Tenemos posibilidades de sacar rédito de esta nueva coyuntura política? preguntas y más preguntas.
Esta coyuntura nos exige que comencemos a respondernos estas preguntas, en pos de continuar avanzando hacia un cambio social que nos permita alejarnos, cada vez más, del pensamiento del socialismo como “utopía” instalado por la hegemonía capitalista, convirtiendo de esta manera la “utopía” en realidad. Analizar la actual coyuntura latinoamericana, desde los procesos iniciales de carácter “Socialista” permite alejarnos un poco mas del pensamiento del socialismo como “utopía”. Procesos como el de Venezuela, Bolivia, Ecuador reflejan tal iniciativa, así como también a lo largo de los años lo viene demostrando Cuba. No es acertado pensar que la transición de un sistema capitalista a uno socialista y de poder popular lo van a generar los presidentes de cada país (caso Evo Morales, Chávez, Correa). El campo popular juega un papel fundamental e imprescindible a la hora de construir y sostener en el tiempo un socialismo orientado y dirigido por la lucha popular.
En la Argentina actual hay una clase media mucho más politizada que en los años 90’, que se informa, que tiene mayor participación en la política, que le dijo “No” al estado de sitio de “De La Rua” en las revueltas de Diciembre de 2001, que avala las medidas de Gobierno y que además se siente contenida por ellas. Por citar tan sólo algunos ejemplos, que reflejan esa contención de la clase media por parte del kirchnerismo, podemos nombrar el tratamiento del Bicentenario, Tecnópolis, la Ley de Medios Audiovisuales, nuevos créditos para vivienda, o políticas como la de Futbol Para Todos. También hay medidas del kirchnerismo que contemplan a los sectores más desprotegidos como lo es la Asignación Universal por Hijo y los Programas de inserción social.
Claro está, que los sectores medios y bajos de la sociedad no quieren retroceder en sus victorias: esto se vio reflejado en las elecciones primarias donde el mayor porcentaje de los votos lo obtuvieron los oficialismos, tanto en la ciudad de Buenos Aires, como el sector provincial y nacional.
Ahora bien, la actitud conformista no le debe caber a la Nueva Izquierda. Sabemos que este modelo hay que profundizarlo y transformarlo en un modelo socialista si queremos igualdad, y que el kirchnerismo por distintas razones no nos alcanza. Tampoco nos cabe agredir a una sociedad por pensar distinto y sentirse contemplada por las medidas del oficialismo. Si la Nueva Izquierda tomara este rol, perdería contacto con la población. Actualmente la Nueva Izquierda no es la mayoría del pueblo y la relación de fuerza es indispensable a la hora de iniciar un proceso revolucionario.
Esta interpretación de la relación de fuerza es clave para repensar constantemente la política de la Nueva Izquierda. En este sentido tiene que dar un salto, que crear y tener táctica, para acercarse a su objetivo, pero siempre entendiéndose como parte de los reclamos del pueblo y en coordinación con él, aumentando de esta manera la relación de fuerza entre Pueblo y Estado.
Lograr que nuestras propuestas sean amplias e involucren también a aquellos sectores que no necesariamente construyen dentro de la Nueva Izquierda nos permitiría ser el espacio que contenga a aquellas organizaciones que deciden construir desde la horizontalidad y la construcción de poder popular, ensanchando de esta manera la relación de fuerza siempre a favor del pueblo.
A 11 años de la revuelta del 2001, la coyuntura muestra que sólo denominarse y accionar como colectivo emancipatorio no alcanza para una transformación social, sino que también hay que generar una herramienta sociopolítica que contenga a los diversos colectivos, organizaciones y movimientos sociales contrahegemónicos; que al sostenerse en el tiempo con el objetivo de enlazar la lucha reivindicativa con la lucha política, genere una propuesta de país a nivel nacional que dispute con los proyectos nacionales actuales. Esta acción vislumbraría un gran esfuerzo y organización del campo popular por dejar atrás la etapa de la resistencia, muy importante por cierto (entre otras cosas le dijo no al ALCA, así como también colaboró con otros sectores en obligar a los gobiernos argentinos a rechazar el neoliberalismo como sistema político-económico). Esto fue lo que acertadamente leyó el kirchnerismo adoptando una política neodasarrollista en los marcos del capitalismo.
Una experiencia del campo popular que actualmente está debatiendo y elaborando un esbozo de Propuesta de país reflejado en 10 puntos, es la Coordinadora de Organizaciones y Movimientos Populares de Argentina (COMPA), donde se cruzan los ejes de democracia sindical, transformación del modelo productivo y de consumo, soberanía alimentaria y rechazo del saqueo de los bienes naturales, igualdad de géneros, defensa de la educación pública, tierra, salud y vivienda, defensa de una comunicación pública y popular, todo esto pensado en el marco de una América Latina unida.
Hoy la política se ejecuta al interior de las instituciones del Estado, sea el poder ejecutivo, legislativo o judicial y no por fuera. Por más reclamo social que haya, y por más válido que sea, desde la acción de presionar al Estado en pos de lograr victorias de carácter reivindicativo, las resoluciones políticas, económicas y sociales de un país se dan dentro de las instituciones del Estado, no por fuera.
Esta interpretación es clave, porque si bien nuestra lucha es por el socialismo y por crear poder popular desde las bases, está claro que esta disputa la damos dentro de un sistema político liberal que hoy la sociedad avala. En octubre hubo una amplia participación en las urnas a nivel nacional y nada parece anunciar que no vuelva a ocurrir lo mismo en las próximas elecciones. Por lo tanto parecería necesario que el campo popular comience a debatir sobre la necesidad de ocupar espacios dentro de las instituciones del Estado en pos de generar tensión entre políticas elitistas y políticas de poder popular. De lo que se trata es de sumar herramientas de lucha para el fortalecimiento del campo popular; presionar dentro de las instituciones y por fuera al mismo tiempo, aumentar el campo de acción, superar la etapa de resistencia que sirvió durante el neoliberalismo pero que hoy refleja sus límites.
Construir una cultura popular y un proyecto de país socialista que guíe nuestro camino, que permita ver qué políticas del kirchnerismo benefician al pueblo y cuáles no. Crear socialismo prefigurándolo hoy en todos los ámbitos de la vida, que tenga la virtud de calar hondo en el pueblo, poniendo en tensión los valores capitalistas y que tenga la vocación de disputarlos a nivel social e institucional. De más está decir que el camino es largo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario