Instantánea



Creer o reventar


Por Natacha Mateo 



Juntando tréboles de cuatro hojas,
boleto capicúa, ristra de ajos.
Atando cinta roja pa la envidia
y sin pasar la sal de mano en mano.
No viste que venía gato negro
cruzando por delante de tus pasos.
Engualichada igual cayó la yeta,
cabulera...

Cabulera, La Guardia Hereje
El 9 de Julio de 1946 se inauguró el estadio de Colón de Santa Fe, llamado Eva Duarte de Perón. No sólo por ser la primera dama, sino porque apoyó la afiliación de Colón a la AFA; y por lo tanto dio el puntapié inicial en el partido inaugural. Pero claro, el nombre del estadio no pudo sobrevivir a la proscripción del peronismo desde el golpe del 55, y hubo que rebautizarlo “Brigadier General Estanislao López”.
Ese mismo año, 1955, Colón de Santa Fe ascendió a primera división, y comenzó a ocurrir algo increíble: a los grandes equipos se les complicaba ganarle cuando el sabalero jugaba de local. En esos años, comenzaban a decirle a su estadio: el Cementerio de Elefantes. 
Según la mitología africana, los elefantes emigraban todos los años, de ciudad del Cabo (Sudáfrica) hasta El Cairo (Egipto). Sin embargo, muchos de ellos, cuando envejecían, no lograban terminar el trecho, y por lo tanto, se alejaban del grupo para ir a morir. En ese camino, se acercaban a algún lago o río, y morían todos juntos. A esos lugares se los llamó: Cementerio de Elefantes. 
Sin embargo, recién el 10 de mayo de 1964 esa leyenda tomó trascendencia internacional. El Santos Fútbol Club, donde jugaba Pelé, fue derrotado por Colón 2 a 1.
Desde ese momento, los mitos y las leyendas atravesaron la historia del Club, aunque de diferentes maneras: el miércoles 12 de Diciembre del 2001, el técnico del equipo, la comisión directiva, autoridades municipales y provinciales, el arzobispo, varios sacerdotes, y más de 7.000 personas se juntaron en el estadio de Colón de Santa Fe para colocar sobre la platea oeste una imagen de más de 2 metros y medio, de la virgen de Guadalupe. La multitud presenció la bendición del arzobispo, cantó el himno, y disfrutó de varios espectáculos artísticos. 
Sin embargo, diez años después, Colón comenzó una importante crisis en la que no podía ganar de local. Luego de varias fechas perdidas, algunos jugadores comenzaron a afirmar que la Virgen de Guadalupe… ¡¡¡¡Era yeta!!!!
La comisión directiva del club, más cabulera incluso que los jugadores, mandó a bajar la imagen de la virgen de la platea. Lo que no esperaban era el descontento de la iglesia, que pidió explicaciones. Se sumaron a los reclamos indignados de los fieles varios veteranos sabaleros y viejos directores técnicos. El presidente del club, no tuvo más remedio que darlas.
Sin embargo, no podía decir que estaban convencidos de que el Cementerio de los Elefantes estaba embrujado, y que era la estatua de la Virgen que traía mala suerte. Aún sin reconocerlo, el primer comunicado de prensa oficial afirmaba que sólo la habían bajado para restaurarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario