Derecho a la crítica






“Tenemos derecho y deber de cambiar el mundo… Lo que no es posible es pensar en transformar el mundo, sin un sueño, sin utopía y sin proyecto…
Los sueños son proyectos por los que se lucha… y toda concreción de sueños supone lucha…”


Paulo Freire


Las elecciones de un centro de estudiantes universitario tal vez sólo sean relevantes para las organizaciones que se presentan en la misma. Pero puede que la poca importancia que representan para otros sectores de la sociedad sea porque no se reflexiona sobre el rol de los estudiantes universitarios y futuros profesionales.
Del 1 al 5 de octubre se llevaron a cabo las elecciones para elegir centro de estudiantes en la Facultad de Derecho (UNMdP). Desde el retorno a la democracia, la agrupación Franja Morada (Unión Cívica Radical) conduce el Centro de Estudiantes de dicha Facultad. Estos 29 años sin duda fueron de indirecto vaciamiento de la Facultad. El bajo nivel de las clases de grado, sumado a que cada vez son más los cursos de postgrado que se dan en la carrera de abogacía con altísimos costos, van privatizando de alguna manera la educación. No menores son las prácticas políticas irregulares que mantiene Franja Morada durante sus años de gestión del centro, ejemplo de esto son las asambleas anuales de memoria y balance mal convocadas y desarrolladas sin respetar los requisitos mínimos de una asamblea abierta en una Facultad Pública. Como consecuencia de ello no hay transparencia en la plata que gasta el Centro de Estudiantes y la Junta Electoral que se conforma en la asamblea termina siendo siempre compuesta por personas de Franja Morada, excluyendo la participación del resto de las agrupaciones, imposibilitando el control en el recuento de votos en las elecciones entre otras cosas.
En la madrugada del sábado 6 de octubre se conocieron los resultados de esta elección, una elección que marca un hecho histórico y político. La Agrupación Avanzada del Frente Popular Darío Santillán sacó el 25,91% de los votos quedando posicionada como la única alternativa de cambio en esa Facultad, y Franja Morada el 45,47%, muchos puntos por debajo de lo que todos los años sacaban. Estos porcentajes reflejan que la izquierda independiente, la alternativa a la justicia privada, va ocupando espacio en la Facultad de Derecho y que más de la mitad de los estudiantes no quieren continuar bajo la inoperancia de la agrupación que conduce hace décadas ese centro de estudiantes.
Todo esto hay que analizarlo teniendo en cuenta que en las Facultades de Derecho se forman los próximos dirigentes políticos e integrantes del Poder Judicial. Se instruyen personas que van a tener la herramienta del Derecho, que después de transitar unos años por esa institución supuestamente van a conocer y saber cómo usar el Derecho, y pueden utilizarlo en favor de los sectores populares o para continuar con este sistema de explotación y opresión. En ese sentido es que tiene relevancia esta elección, porque del cambio que los estudiantes puedan generar depende también la formación que reciban los próximos profesionales, trabajadores y trabajadoras judiciales, docentes y jueces.
La enseñanza que se adquiere en esa casa de altos estudios, consecuencia de la dictadura y que reina hasta la actualidad, se limita a una simple actividad memorística, que como explica Carlos María Cárcova consiste “en naturalizar lo contingente; en hacer de la contingencia -por ejemplo, la que refiere al modo en que el poder social se encuentra distribuido- un dato natural, esto es, incuestionable y permanente”: la norma como fundamento de la norma. Del mismo modo esta formación es acompañada de métodos de aprendizaje que impiden el debate y la reflexión, que generan pensamientos acríticos o neutros sobre el Derecho y no reflexionan sobre los vínculos de poder que hay detrás de todas las leyes.
Pero hay quienes entendemos que el Derecho, a pesar de haber sido creado por los sectores dominantes, puede ser una herramienta que si es recuperada por las clases populares sea utilizada como mecanismo de defensa y de contestación política, haciendo uso así de lo que las Teorías Críticas del Derecho llaman “positivismo de combate”.
En esta etapa histórica, hay que ser conscientes de la función que cumple la superestructura jurídica en las sociedades capitalistas, esto es el mantenimiento y la legitimación de las relaciones de poder y dominación. Para combatir esto es imprescindible que los sectores populares cuenten con la herramienta jurídica porque, articulada con organización y estrategias políticas más amplias, es fundamental para la conquista de derechos y el cambio social. Es necesario buscar alternativas y herramientas desde lo jurídico para un proyecto político emancipador, lo que nos lleva a pensar en construir una juridicidad crítica y comprometida con los sectores populares, que desarrolle desde prácticas nuevas soluciones alternativas para la conquista y el ejercicio real de los Derechos Humanos, de los cuales gran parte de la sociedad se encuentra excluida.
Es esencial impulsar esas transformaciones en torno a la concepción del Derecho y al ejercicio profesional, en los espacios donde se forman los futuros trabajadores del campo jurídico, esto es, en las Facultades de Derecho. Hay que comprender que el área institucional, que en este caso serían las Unidades Académicas, Colegios de Abogados y el Poder Judicial, es un terreno de lucha como cualquier otro. En ese sentido es un campo de batalla en el que se libra, o debe librarse, una parte de la transformación de la sociedad. Y este paso es el que está dando la Agrupación Avanzada, construyendo desde abajo, planteando cambios no sólo al interior de la Facultad donde tienen la mayoría de sus trabajos de base sino también acompañándolos con una concreta disputa ideológica: el Derecho tiene que ser herramienta para el cambio social y la liberación de los sectores más oprimidos, y no para su explotación.

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