Opinión




Un documental que indaga sobre el sistema educativo vigente.



Por favor ¿me diría qué camino debo tomar desde aquí?
Eso depende adonde usted quiera ir- respondió el gato
“Alicia en el país de las Maravillas” 
L. Carroll

La educación prohibida es un largometraje que surge a partir de las falencias en la educación actual: Diferencias provocadas por los docentes, problemas de comunicación entre compañeros, autoritarismo, violencia verbal, calificaciones, la competencia, la discriminación, la rigidez del sistema y la falta de valores. 

Por estas razones se plantea la necesidad de un nuevo paradigma

educativo que forme una escuela de acuerdo a los cambios que se viven en el mundo y en la sociedad.

Los conflictos sociales tienen su origen en la educación. Y si el objetivo es modificar el mundo, el cambio debe venir desde la escuela. Esta premisa originó el documental “Educación prohibida”.


Una investigación que se sumerge en la naturaleza del aprendizaje, la educación y los errores

comunes de un sistema que caducó.

La idea comenzó a desarrollarse, de forma casera, en el 2009. Cámara en mano y con el apoyo de conocidos se realizaron entrevistas, cursos de capacitación y visitas a diversas escuelas del país. A través del intercambio que posibilitaron los trailers en you tube, se sumaron personas e ideas a la

investigación que contó con diversas inversiones. El proyecto creció con el apoyo de muchos y se pudieron conocer experiencias de Uruguay, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, México y España. El objetivo de la película no es ganar dinero, sino generar un cambio de conciencia, por eso se puede
descargar de internet o ver en salas independientes.

“Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas”


Paulo Freire


A fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX en Prusia se creó el concepto de la escuela pública, gratuita y obligatoria; más precisamente en la época del “despotismo ilustrado”. La escuela se basaba en una división de clases y castas. Lo que buscaban era obtener un pueblo dócil, obediente y listo para la guerra. En 1800 este sistema ya se había propagado por toda Europa y llegaba al “Nuevo Continente”. Muchos países se apropiaron de este sistema, bajo el lema de la igualdad, pero justamente la esencia del sistema provenía del despotismo, cuyo objetivo era promover la división de clases.


Esta concepción de escuela se desarrollo en un marco positivista, caracterizado por reivindicar la posibilidad del conocimiento científico. Los colegios secundarios se crearon, desde la visión oligárquica – liberal, para formar a la elite dirigente que ejercería su hegemonía “antes que la

masa bruta predomine y se haga ingobernable”, afirmaba Bartolomé Mitre. Durante muchos años, fue la respuesta ideal a la necesidad de trabajadores que cumplían un extenso horario en las fábricas. Los mismos empresarios como Henry Ford, a través de sus fundaciones, financiaban la escuela obligatoria.

En la actualidad, la escuela sigue siendo lo mismo: una herramienta generadora de trabajadores útiles al sistema. Lo cual es conservar un método que no responde al contexto actual. Un profesor hoy en día, trabaja como un funcionario que planifica, cumple con su horario y está a cargo de 30 alumnos a los cuales califica con un número, lo aprueba o desaprueba a través de exámenes.


“Si buscas resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo”


Albert Einstein


¿Cuál es el principal objetivo de la educación? ¿Aprender conocimientos de memoria, o ir desarrollando capacidades humanas?


Los niños son el reflejo de la sociedad. La escuela, en teoría, debería preparar a los jóvenes para el futuro como ciudadanos activos, que puedan tomar sus propias decisiones para vivir en democracia. Y cómo pueden ser seres libres si la escuela, los padres y los maestros eligen hasta la ropa que deben usar durante las clases.


¿Cómo construimos ciudadanos desde la escuela?


El documental plantea que la nueva educación tiene que basarse en la necesidad de ver los chicos como individuos que son parte de la sociedad. Desmitifica el concepto de recibirse y tener un titulo para ser alguien, sino que “los chicos ya son alguien desde que nacen”.


El nuevo paradigma replantea la estructura dentro de la institución. No tiene que haber estructuras rígidas, sino una autoridad funcional. El docente coordina, no baja línea.


En la actualidad, existen casos concretos donde se trabaja de esta manera. Algunas escuelas tienen gobiernos estudiantiles, donde los alumnos eligen los roles que ocupan; otros mantienen asambleas semanales y además tienen espacios de reflexión para debatir. En todos los casos, los chicos son quienes toman decisiones sobre la realidad que viven en la institución. Todo se da en

un “caos funcional”.

La idea es debatir y ver en grupo los planteos. La propuesta arranca de ciertos principios como: solidaridad, amor y trabajo en grupo. Es fundamental el principio de participación, que si no se aprende desde el aula en el futuro es imposible ponerlo en práctica.


Los chicos tienen que aprender a trabajar juntos, escuchar al otro, aceptar ideas distintas, tomar decisiones y ponerse de acuerdo.


Hay que dejar de lado las expectativas que la sociedad tiene sobre los chicos como individuos. Si queremos una sociedad diferente, la clave está en darles amor a los chicos. Ya que, un niño que no fue amado, difícilmente pueda amar el día de mañana.


No existe una sola forma o formula. Existen acuerdos, desencuentros y aciertos. Riquezas y limitaciones. Intercambiar ideas y llevarlas a la realidad es la mejor manera de aprender.


Pero lamentablemente, la mayoría de estas experiencias funcionan al margen del sistema y son negadas. En algunos casos los chicos rinden exámenes libres para justificar que saben; pero en otros tienen que asistir a una escuela oficial. Hay que analizar, hasta que punto obtener un título indica si concluimos o no con nuestro aprendizaje. En definitiva, uno no deja de aprender y la esencia es la autoeducación. Ya lo decía Aristóteles: “Lo que tenemos que aprender, lo aprendemos haciendo”





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