Crónica





“Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte”.

   El colectivo de larga distancia llega a la Patagonia, la vista es desolada, mitad tierra mitad cielo. Más adelante entrará en una rotonda que nos llevará a Rawson o Trelew. A la unidad 6, cárcel de máxima seguridad o al viejo aeropuerto de Trelew, eso depende si se puede elegir el destino o no.


   El 15 de agosto de 1972 militantes del PRT-ERP, FAR y montoneros planean la fuga del penal más estricto y represivo, que la dictadura de Lanusse tenia para confinar presos políticos, sociales y sindicales. El penal de Rawson era imposible tomarlo desde afuera enfrentando a las fuerzas represivas. Las conducciones de las organizaciones armadas organizan una toma del penal desde adentro, planeando así la fuga de 116 presos políticos. Estudios, planes, estrategias y el trabajo concreto de todos los presos pensando en la fuga, sumando a la convicción, lleva a estos jóvenes militantes a tomar el penal desde adentro, disparando algunos tiros y con el saldo de un oficial muerto. Los jóvenes guerrilleros escaparían en autos y camiones, pero solo un coche alcanza a llegar, viendo como los camiones se retiraban entendiendo mal una señal que indicaba que la operación no se hacia. El error provoca que solo la conducción de las organizaciones pueda llegar a tiempo al aeropuerto de Trelew, tomar un avión y partir a chile, para posteriormente volar hacia cuba. El resto de los presos se fugan en remises. De los 116 salen solo 19 sin poder llegar a tiempo al aeropuerto para tomar el vuelo, se refugian tomando el aeropuerto, exigiendo la presencia, de la prensa, médicos, jueces y así poder negociar una rendición que les permita conservar sus vidas. Los jóvenes sabían lo que significaba caer en manos de la dictadura, las torturas, los tormentos, las vejaciones, los fusilamientos. En el aeropuerto dejaran su testamento político. El reflejo de la unidad en la acción de una juventud maravillosa que luchaba por el socialismo. La dictadura y sus esbirros idearon un plan macabro para simular una fuga y fusilar a los 19 presos recapturados en el aeropuerto. Solo tres sobrevivieron a la masacre, dejando su testimonio para la posteridad en una emotiva entrevista realizada por Paco Urondo, La Patria Fusilada.


   El micro finalmente llega a la puerta del penal. Los cánticos se empiezan a escuchar, “ya van a ver cuando venguemos los héroes de Trelew”, los trapos y los bombos convertían el lugar en un ritual popular. Compañeros de organizaciones políticas, sociales, estudiantiles y sindicales de todas las latitudes del país. Mendoza, Puerto Madrin, Santa Fe, Buenos Aires, Rawson, Mar del Plata. La presencia de compañeros de todo el país garantizando el pedido de justicia, la lucha contra el olvido y el acompañamiento a familiares y compañeros detenidos por aquellos años.

   Allí se encontraban Hilda Bonardi de Toschi y Sara Kohon. Tomaron el micrófono y frente a los cientos de militantes reflexionaron acerca de la fecha que los convocaba. “Siento una alegría inmensa al ver tantos jóvenes reivindicando la fuga, recordando la masacre y levantando las banderas y los ideales de los dieciséis fusilados en Trelew”, expresaba Kohon. Con respecto al transcurso del juicio la compañera de Toschi
manifestaba que “Lo doloroso se ha convertido en un esperanzador camino, ver la militancia reflejada en tantos jóvenes”.
   Otra de las presencias testimoniales fue Patricio Torné, detenido en el ´75 en el mismo pabellón donde se organizo la fuga, que con su relato ligero conmovió a los presentes recordando “La única forma de preservarse era estar blindado pero ahora hay que celebrar, tomar vino y fernet. Celebrar que estamos gordos y viejos pero hermosamente vivos”.
   En tanto los militantes realizaron un mural con los rostros, nombres y agrupaciones a las cuales pertenecían los guerrilleros fusilados aquél 22 de agosto de 1972. La Comisión por la Memoria del Pueblo pidió que se respete el mural como un derecho para con la memoria del pueblo de Trelew y Rawson.
   La tarde caía, los oradores concluían y los presentes gritándole en la cara a la cana que las balas iban a volver. Coros subidos a una garita de seguridad, como si fuera una tribuna desde la cual se gritan las broncas contenidas. La partida se hacia necesaria. De fondo el Servicio Penitenciario Federal de Rawson con sus paredes pintadas de justicia, volvía a su aparente calma.
   El domingo después del mediodía detrás de una bandera que gritaba “Trelew un pueblo que lucha” se encolumnaron las organizaciones y militantes que marcharon 3 km hasta el viejo aeropuerto para reivindicar la acción y recordar a los fugados que no pudieron llegar al avión que los llevaría a la chile socialista de Allende.
   En la esquina anterior a tomar la ruta esperaban los estudiantes y los directivos de la escuela primaria 175, “Ruca Anai” de Trelew con una bandera que expresaba “Conocemos, defendemos, construimos y pensamos los Derechos Humanos”. Las dos banderas se encontraron y se fusionaron en la misma marcha rumbo al viejo aeropuerto hoy “Aeroclub de Trelew”.
   La caravana ya vislumbra la cabina de mando del Aeropuerto. Sobre una pared dice “Santucho, Pujada, la Patria liberada” otra más acá, “Ni olvido ni Perdón”. Unos pasos más y la entrada al ahora Centro Cultural de la Memoria. La bandera y su columna avanzan apurados por llegar. Llegan. Traspasan los pilares del lugar. Los puños cerrados arriba. Los fotógrafos toman la imagen zenital de la entrada triunfal. Abrazos, llantos, risas. De inmediato, todos entran al Centro Cultural y al unísono cantan “Libres o muertos, jamás esclavos”.
   La emoción da paso al acto central donde dan su discurso la Presidenta de la Federación Universitaria de la Patagonia, el Secretario General del SITRAVICH, representantes de la Comisión por la memoria del Pueblo de Trelew y la Comisión de “Vamos a Trelew” además de los familiares y compañeros de los presos políticos allí rendidos. Los chicos de la escuela también tienen su espacio para contarnos su versión de los hechos.
   El acto concluye. Se celebra, se festeja. Nos vamos como dando el ultimo adiós. Es que por más que lo recordemos con alegría el trago es amargo y como dice Gelman “¿hay algún sitio del país donde esa sangre no está corriendo ahora?”.



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