Entrevista





“Creo que hay que reivindicar el derecho a ser subversivo y el derecho al delirio como las formas más fuertes del sueño humano y de la libertad humana, pero vista no como una concesión que da el Estado sino como una potencia que todo ser humano tiene en sí”

   Vicente Zito Lema lleva 57 años de militancia. En todos estos años su militancia fue inmensa. Es de los tipos que plantearon la revolución por un Mundo Nuevo, más justo. De la generación combativa de Rodolfo Walsh, Osvaldo Bayer, Haroldo Conti.


   Su trinchera fue la cultura en todas sus esferas. Dirigió y colaboró en revistas literarias y políticas como Cero, Talismán, Crisis, Fin de siglo y La Maga. Fue el Director Académico de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo y actualmente dirige la Universidad de los Trabajadores dentro de la fábrica recuperada IMPA. Es abogado y militó en Derechos Humanos. Fue de los primeros en defender a militantes políticos y sociales. Junto a otros intelectuales conformó la Comisión Argentina por los Derechos Humanos. Como escritor ha publicado 20 libros, algunos de ellos son Matter, Luz en la Selva, Noche de Locos. Incluso desarrolló la dramaturgia, un ejemplo de ello es “La pasión del piquetero”. Y eso no es todo, es creador del método Antropología Teatral Poética con el que llevó a cabo obras de teatro en instituciones de reclusión.


   Actualmente es referente de distintos espacios populares de coordinación como la COMPA (Coordinadora de Organizaciones y Movimientos Populares de la Argentina) y el ENECA (Encuentro Nacional de Espacios Culturales Autónomos), aportando su experiencia en la lucha por la construcción de una identidad cultural popular. “Mi rol es el del viejo sabio, que en un momento dado la gente joven le consulta, lo hace participar de sus experiencias. Yo aporto mi propia historia de lucha, milito para cambiar el mundo desde mis 15 años. Tengo una mirada esperanzadora. Sobre mi espalda cargo tantas derrotas como alegrías”.
Festival por una cultura popular y autogestiva organizado
 por el ENECA


   El 2 de junio estuvo participando del Festival por una Cultura Popular y Autogestiva que fue organizado por el ENECA. En esa oportunidad marcó una posición interesante en relación a la oposición entre cultura popular y cultura hegemónica.


 ¿Para ud. qué es la cultura?


   Bueno es un tema que se sigue disputando y seguirá siendo así. Yo creo que con las grandes palabras pareciera que todos estamos de acuerdo, pero apenas uno se pone a escarbar en la profundidad de ellas, se da cuenta que salen a flote grandes divergencias. Y ahí está una de las razones de los equívocos. Porque cuando se va avanzando uno cree que comparte con un grupo, con un partido político, con una asociación cultural o gremial y se da cuenta que detrás del primer acuerdo hay diferencias profundas. Y eso hay que aclararlo cuando se fundan los grupos, las instituciones, para evitar los grandes males que en general se le achacan a la izquierda, a los sectores más progresistas. Se dice “Se la pasan dividiendo” y bueno, eso es un hecho real, no se puede negar la división profunda que existe históricamente entre los que quieren cambiar el mundo. Y las razones de esto son siempre complejas y múltiples, y entre esas razones múltiples y complejas hay razones más de fondo que otras. Una es el lenguaje. Y la gran palabra es cultura. Pareciera que a partir de ella uno imagina el arte, la ciencia, y cree que todos piensan así. Pero de golpe no es tan así. Hay muchas visiones de lo que se entiende por cultura. Yo creo que cultura es todo lo que produce una sociedad en un momento histórico determinado. No sólo lo que se produce como arte y ciencia sino lo que produce en conjunto esa sociedad. Lo que se llama locura para mí es parte de la cultura, lo que se llama crimen es parte de lo que produce esa sociedad, lo que se llama violencia es parte de esa cultura, lo que se llamó históricamente esclavitud es parte de esa cultura. Esta es una idea. Frente a ella, por ejemplo el gobierno de la ciudad, se empeña llamar cultura sólo cuando hace grandes festivales de música, rock o clásica, o cuando hacen grandes certámenes de tango. Es decir limitan cultura a ciertas formas, pero no a lo que es la cultura. Por ejemplo que la gente viva en la calle, en villas miserias, eso también es parte de la cultura de nuestra época. Entonces empiezan las divergencias sobre lo que es cultura, pero también como se organiza una cultura diferente para oponérsela a la cultura hegemónica, a la cultura de la dominación. Yo creo que hay una sola cultura que integra todo y dentro de esa gran cultura, dialécticamente -pues yo creo en el materialismo dialéctico- hay oposiciones. Pero no están por fuera de la cultura sino que están dentro y están en gran contradicción, en gran pugna. Entonces bueno, hay una lógica antigua, aristotélica. Se considera cultura lo que el poder entiende para obligar a que el conjunto lo acepte. Y representa finalmente los intereses de los que tienen el dominio de la sociedad. Otros tenemos la idea de que cultura es todo lo que la sociedad produce.


¿Cuales cree ud. que son las limitaciones de la aplicación de la ley de medios en relación a la producción de bienes culturales desde los sectores populares?


   Ahí volvemos al tema de las leyes. A veces uno cree o necesita creer que el Estado es algo que está para el bien común. Yo creo que la historia de la humanidad, y si nos ceñimos a la historia de Latinoamérica y todavía dentro de eso a la historia argentina, el Estado ha servido para acrecentar el poder de un sector social. La historia argentina ha vivido las masacres y las injusticias de parte del Estado. Desde ahí yo tengo históricamente una sospecha sobre las leyes que saca. Porque desde el deber filosófico-teórico, el Estado es en definitiva las leyes que dicta, no hay un Estado por fuera de sus propias leyes. Entonces, cada vez que el Estado saca alguna ley, yo tengo una sospecha. Y es una sospecha común en todos los que hemos tenido alguna lucha por los derechos humanos, alguna lucha en un sector frente a lo hegemónico. Las leyes como toda la actitud del Estado habitualmente están en contra de los sectores más lastimados, postergados y golpeados. Y en general, las leyes sirven para joder la vida de la gente común y uso la palabra fuerte para que se entienda bien. Desde ahí yo parto siempre, sospechar frente al poder. Cuando sale la Ley de medios yo he firmado solicitadas apoyando la ley. Considero que comparativamente, esa ley con la anterior de la época de la dictadura, es superior. Mi experiencia histórica me enseña que una cosa son las leyes y después vienen las reglamentaciones. Lo que se llama la letra chica. Frecuentemente son tramposas y también he firmado solicitadas denunciando las trampas que el poder hace a la propia ley positiva que dictó. Un caso es el de Barricada TV, y también nosotros como Universidad de los Trabajadores de la fábrica recuperada IMPA nos encontramos que los pliegos que hay que comprar son por una suma cercana a los $100.000. ¡De dónde vamos a sacar ese dinero los que hacemos la fábrica recuperada IMPA ¿Vendiendo empanadas, café, para acondicionar el lugar, pagar la luz? ¿De dónde vamos a juntar $100.000? Entonces, una vez que están los principios generales hay que ponerlos en la practica, el propio Estado vía reglamentación borra con el codo lo que firmó con la mano. Y a mí eso no me asombra ya que yo tengo una postura de desconfianza frente al Estado, porque históricamente el Estado, insisto, está para sostener las clases dirigentes y mantener en situación de marginación constante a las clases más humildes. Y todos los actos de Estado, incluso más allá de las intenciones que algunos funcionarios puedan tener, la práctica, la mecánica del Estado hace que luego cuando se ponen en acto las políticas culturales, uno vea que cambia poco y que más bien se privilegia a los que ya están usufructuando el poder. Entonces tenemos una ley de medios positiva pero vemos que pasa el tiempo, que la situación sigue siendo igual, las pequeñas radios no entran en funcionamiento. En relación a la televisión, incluso es más duro y difícil. Se siguen escuchando las voces antiguas de los dueños del poder o las voces de un gobierno determinado. Pero la sociedad civil en su conjunto está muy lejos de participar activamente en una cultura de medios.


¿Cuál cree que es la incidencia de un Encuentro Nacional de Espacios Culturales Autónomos (ENECA) para la construcción del poder popular?


   Yo soy absolutamente partidario de las organizaciones de base, de los actos que se hacen desde abajo, no desde arriba por mejor intencionados que sean. Pero creo que luego hay una burocratización que es parte de cualquier situación de gobierno, que hace que lo que se arregla en la superestructura sea muy difícil que tenga efectos concretos. En cambio, cuando la gente se reúne de forma más humilde incluso sin tanta organización superestructural, la vida me enseña que es ahí por donde pasa el río de la verdadera vida. Lo que se construye aunque parezca que no cambia el mundo, bueno, lo empieza a cambiar. Y cuando eso abunda en expresiones y cuando se da con potencia y se tiene conciencia de que hay otros que están haciendo también esa misma actividad y no se considera el eje del mundo sino que entiende que lo suyo es parte de un rio general, yo me alegro mucho. Creo que el mundo se cambia así, con conciencia del cambio y con millones de pequeños actos que van cambiando la realidad profunda.







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