Cultura Plebeya


Tolstoi dice que la ciencia militar da por sentado que: por cuántos más hombres tenga un ejército mayor será su fuerza, por otro lado ellos reconocen aunque muy vagamente que durante una acción militar, la fuerza de un ejercito también es el producto de su masa multiplicada por algo, una incógnita X, esa X no es otra cosa que el espíritu de esa tropa y el mayor o menor deseo que tengan de combatir y de exponerse al peligro. Aquellos hombres que tengan mayor deseo de combatir y que comprenden por qué lo están haciendo independientemente de contra quien están luchando; o si están bajo el mando de genios militares o de personas normales, o si luchan con garrotes o fusiles de 30 disparos por minuto. Esos hombres siempre se colocarán en las condiciones más ventajosas y triunfarán.
“Che, el argentino” de Steven Soderbergh

Septiembre de 1968. La cañada. 120 kilómetros de Taco Ralo. Sudeste de la provincia de Tucumán, no muy lejos de Catamarca al ladito de Santiago del Estero. 1968. República Argentina.

La espesa niebla del monte tucumano dificultaba la visión. Los jóvenes caminaban recorriendo el lugar, buscando comprenderlo, entenderlo. Jóvenes buscando dimensionar que ese iba a ser su territorio durante por lo menos un año. Un año en el que iban a librar una batalla de magnitud épica. Trece jóvenes peronista, algunos marxistas, luchando por la liberación de la patria desde las sierras tucumanas, cual herederos del General San Martin, luchando por la liberación de la nación, contra un enemigo que a veces se cambiaba de ropas pero que siempre era el mismo. Seis fusiles, un fusil ametralladora, cinco pistolas, cuatro carabinas, tres rifles automáticos, una pistola ametralladora, varios revólveres de distintas marcas, épocas y calibres, carpas, elementos de comunicaciones, comidas para algunos años y un pequeño e improvisado hospital, componían la base militar del Comando 17 de octubre, bautizado por los jóvenes guerrilleros como “ El Plumerrillo”.

La intención de derribar a la dictadura de la Morsa era clara. Llegar. Luchar. Vencer. Jóvenes convencidos del ejemplo guerrillero, de Cuba y de Vietnam. Entrenados, formados, y dispuestos a entregar sus propias vidas por el ideal de liberación de un pueblo que estaba sumido en una dictadura feroz que reprimía cualquier tipo de oposición. Trece jóvenes militantes. Doce hombres y una mujer. Caminan por la espesa superficie del monte tucumano, buscando establecer su cuartel, desde el cual comenzaría la guerrilla en la argentina. Hijos de los Uturuncos y el E.G.P. Los fusiles están listos. Preparados para el combate, alrededor del fogón se preparan los pasos a seguir. La noche silenciosa va cayendo con su espeso roció sobre el cuerpo y las mentes de los jóvenes guerrilleros. Médicos, abogados, docentes, trabajadores. Hombres y mujeres de un pueblo que luchaban desde hacia mas de una década por el retorno de su líder (proscripto) al país. Ser capaces de sentir en lo mas hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera, reflexionaban los jóvenes guerrilleros, mientras el mate daba vuelta alrededor del fogón. Luchar en Tucumán, para que en un año el ejército, debilitado, se tuviese que retirar de la zona y así establecerse en la provincia de Salta y desde allí controlar todo el norte del país. Ese era el objetivo del comando 17 de Octubre. Luchar hasta vencer. Por el retorno de Perón. Por la libertad de un movimiento político y social que hacia diez años luchaba en las calles, en las fabricas, en los sindicatos y en las universidades por la libertad. Resistencia peronista. Lucha y vuelve. La guerrilla como el motor de una juventud peronista que abrazo la causa del socialismo. La pelea en un monte impenetrable, la pelea por la búsqueda de la libertad, de un país más justo, luchando contra el capitalismo foráneo y sus sirvientes oligárquicos, luchando contra una dictadura fascista y religiosa encabezada por un general de bigotes con cara de morsa, pero con brazo golpeador y represor.

La dictadura militar aumentando la relación de dependencia con el imperialismo, mediante compromisos económicos y pactos militares transforma a la Argentina en una colonia. Los convenios con el FMI y el Banco Mundial; la Ley de Hidrocarburos; la Ley de Defensa Civil; la instalación de bases militares extranjeras en territorio argentino ; las intervenciones a los Sindicatos; la represión al Pueblo; la desocupación y deserción escolar; la proliferación de enfermedades endémicas; la falta total de asistencia medica gratuita; el acortamiento del termino medio de vida; el desamparo a la niñez y el alto índice de la mortalidad infantil; el abandono a su suerte de los jubilados y pensionados; los bajos salarios ; la retracción casi increíble en la compra de artículos de consumo y de primera necesidad; la imposibilidad de acceso a la Educación Superior por parte de los Trabajadores; la institucionalización de la usura; el desconocimiento de las Leyes más elementales en materia laboral, son algunas de las "obras" que pueden presentar al Pueblo los personeros de este gobierno de facto, representante de la oligarquía cipaya mas barbará y reaccionaria.*


El comando 17 de octubre, enfrentaba a un gobierno que prometía estar veinte años en el gobierno, a base de palos y represión, suspendiendo y anulando todos los partidos políticos, todo tipo de oposición, interviniendo las universidades y los sindicatos, reprimiendo en las calles cualquier tipo de respuesta al agobio del régimen. El pueblo resistiendo. Las Fuerzas Armadas Peronistas, resistiendo. Jóvenes guerrilleros luchando por la independencia económica, la soberanía política y la justicia social. La necesaria justicia social en tiempos de botas y dictaduras. Con gente con hambre, sin escuelas ni hospitales.

Jueves 19 de Septiembre de 1968, la guerrilla vuelve de hacer una expedición de reconocimiento en el monte. Se siguen trasladando pertrechos, armas y comida al campamento. La mañana parece demasiado tranquila. Cacho sospecha que algo puede llegar a andar mal. La policía y el ejército ha estado merodeando la zona. Ellos llevan un mes instalados en el campamento. Los combatientes saben que el enfrentamiento con las fuerzas del orden puede ser inminente. Saben que son pocos, pero que la convicción los hará luchar como fieras. Los uniformes verde oliva, pelos largos y barba rala. Un ejército de trabajadores e intelectuales. Políticos proletarios dispuestos a dar la vida por la causa peronista. Por ver al descamisado de la patria cumpliendo sus sueños y disfrutando de la vida en paz y con justicia.

Nuestra juventud se lanzó a la lucha por la reconquista de la "Felicidad del Pueblo y la Grandeza de nuestra Nación" y muchos de nuestros compañeros -Felipe Vallese, Mario Bevilacqua, Marcial Martínez, Santiago Pampillon y muchos más- pagaron con sus vidas la lealtad de nuestra generación a la causa del pueblo.*


Jueves 19 de septiembre de 1968, 16 hs, la guerrilla descansa, la larga marcha por el monte los ha dejado extenuados. El cansancio los recuesta. El agobio de la caminata los deja tirados. Desarmados. Confiados en que el combate todavía no llega. El poder de cien hombres uniformados los sorprende. Cien milicos preparados para la guerra contra trece jóvenes guerrilleros mal armados. Pocos disparos, un enfrentamiento de no mas de diez minutos. El traqueteo de las armas se detiene lentamente. Llega la rendición. Se escucha un grito. ¡Viva Perón carajo! Los oficiales y el que esta al mando, el jefe de investigaciones de la policía tucumana, esta confundido. ¿Pero como? Parece que estos trece pibes son peronistas.

No vamos a relatar las torturas, apremios y vejaciones de que fuimos objeto, porque no podíamos esperar otra cosa del régimen cuya representación mas autentica es, sin duda, el bastón policial. Los 28 días de incomunicación, son rotundos, mentiras de la “pretendida legalidad de la justicia”.*


La policía gorila, el ejercito gorila, la justicia gorila. Enemigos del pueblo que por aquellos días quisieron hacer pasar a los jóvenes combatientes por delincuentes comunes, endilgándoles hurtos que nunca cometieron, delitos de los que nunca participaron. Acusándolos de Castro-comunistas, como si eso fuese una ofensa para jóvenes que luchaban por la revolución socialista, por el ejemplo del Che y de Fidel, que no reconocían mas que al pueblo y a su líder el general Perón como los únicos capaces de juzgar sus acciones, sus aciertos y sus errores.

Hemos cambiado el uniforme verde oliva de los guerrilleros por el negro de los prisioneros. Pero en el monte, en la calle o la prisión, nuestro espíritu y fortaleza sigue en pie, y se multiplica en cada descamisado, en cada "grasita", en cada trabajador, que se apresta a librar la guerra total por el retorno de Perón al poder y el establecimiento definitivo de una nueva Argentina, Justa, Libre y Soberana.*


*Comunicado del Destacamento Guerrillero "17 de octubre", de las Fuerza Armadas Peronistas (FAP), Noviembre de 1968.

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