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Apunten. Disparen ¡Foto!
                                                            Por Jerónimo González
                                                         Foto: Dary Chaparro* y Analogía Visual**
     


    Era 1986 e iban casi trece años de Augusto Pinochet.
    En las calles de Santiago, cada día hombres y mujeres contra los palos, los perros, los caballos, los zorrillos y los guanacos; contra el imperialismo; contra la dictadura; contra la muerte; contra todo lo que sucedía y sucedió, lamentablemente. Luchadores y luchadoras yendo de frente al peligro, sintiendo que sólo así valía la pena estar vivos.
    Y entre tanto, entre ellas y ellos, Rodrigo Andrés Rojas De Negri. Fotógrafo. Luchador, también. Llegado a Chile en Mayo de ese mismo año, procedente de Estados Unidos, luego de una década de exilio en Washington junto a su madre y su hermano menor.
    El motor de su volver era claro, simple, profundo: retornar a su tierra; sacar fotos y generar un libro para contar en Estados Unidos y al mundo lo que en su tierra estaba sucediendo; integrarse a las Juventudes Comunistas, y desde ahí quizás alcanzar la formación y la oportunidad para sumarse a la lucha del pueblo sandinista en Nicaragua.
    Una vez de regreso, comenzó por el comienzo, comenzó a disparar sus cámaras en cada acto, movilización y revuelta. Y al poco tiempo ya estaba integrado a las actividades de los estudiantes de la facultad de Medicina Norte y de la Universidad de Santiago. Tan poco tiempo, que era sábado 1 de Julio, apenas poco más de un mes de su regreso, cuando viajó hasta la comuna de Estación Central junto a estudiantes de la U.SA.CH, a participar de una jornada cultural para los niños y estar con los pobladores que andaban de preparativos para el día siguiente.

    La luna de aquel sábado pasó apurada y ese día siguiente llegó bastante frío, llegó como debía llegar, llegó domingo.
    Rodrigo Andrés Rojas De Negri junto a algunos jóvenes, llevaban consigo una molotov, un par de neumáticos, y un bidón de parafina para incendiarlos y cortar el tránsito en un punto estratégico de la comuna. Estaban en eso, como atemporales piqueteros, cuando fueron interceptados por una patrulla de 3 civiles, 5 suboficiales y 17 soldados. Inmediatamente todos salieron corriendo, pero Carmen Gloria Quintana tropezó y Rodrigo se detuvo a ayudarla.
    Ambos fueron capturados y golpeados salvajemente, hasta dejarlos inconscientes. Entonces los apilaron, los rociaron con el mismo combustible que les habían secuestrado, y los prendieron fuego. Luego de un tiempo que el teniente Sergio Fernández Dittus, jefe de la patrulla, consideró “suficiente”, los envolvieron en mantas y los tiraron en una zanja a las afueras de Santiago.

    Ella sobrevivió, y pese a someterse a un largo tratamiento médico, aún su cuerpo sigue hablando de aquel momento.
    Él murió al cuarto día, en una sala de hospital, producto de las graves heridas; y así, aun sin ser autor de una amplia obra, se convirtió en mártir y bandera del fotoperiodismo militante chileno y latinoamericano. Tenía tan sólo 19 años.

    Durante la procesión que llevaba los restos de Rodrigo hasta el Cemenerio General, la cual fue brutalmente reprimida por carabineros, Cristian Berríos, vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Santiago, preguntó a la multitud: ¿Cuándo entenderán los fascistas que la vida de los que luchan por la vida, no termina con la muerte?
    ¡Y cuánta razón tenía!

    Hoy y desde hace ya largo tiempo, el pueblo chileno, pero sobre todo los estudiantes, tan rebeldes e intensos como aquellos que peleaban junto a Rodrigo, se enfrentan al mal gobierno de Sebastián Piñera, que pretende llevar hasta el máximo de su desarrollo la privatización del conocimiento, la concepción de la educación como una mercancía, como un bien sometido a las leyes del mercado. Luchan por una educación libre, gratuita, sin intenciones de lucro, sin presiones de la iglesia, emancipadora y de excelencia. Luchan, otra vez, contra los palos, los perros, los caballos, los zorrillos y los guanacos.
    Luchan, y Rodrigo acompaña cada piedra lanzada al viento, cada insulto, cada gesto, cada incendio, cada corrida, cada representación colorida. Acompaña desde el lente de esos fotógrafos y fotógrafas que, como supo hacer él, no sólo registran la lucha si no que además se permiten ser parte de ella.


    Como ejemplo de esto, y no por ser los únicos ni los mejores, Dary Chaparro (Fotógrafo Freelance)* y Analogía Visual (Colectivo Fotográfico Libertario)**.
    El primero, adulto de edad que no importa y otros datos que no vienen al caso.
    El segundo, un grupo de fotógrafxs libertarixs.
    Todos motivados por esa misma energía que hervía en la sangre de Rodrigo; esa energía que los “pacos culiaos” pretendieron apagar al prenderlo fuego, y tan sólo lograron multiplicarla hasta nuestros tiempos.
    Ojos exquisitos, admirables y envidiables, luchando cámara en mano, mostrando al mundo entero el ejemplo, la dignidad y la bronca de los estudiantes chilenos.


                                               




Dary Chaparro: www.facebook.com/darychaparro - www.flickriver.com/photos/darybass
** Analogía Visual: www.facebook.com/analogia.visual - www.analogiavisual.espivblogs.net




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