Entrvista: Gustavo Sidlin


“Las enroscadas aventuras del payaso Durazno”
            Caos poético-narrativo eyaculado por un tal Gustavo Sidlin
                                                                                                           Por Ayelén Touzet





                Un poema precede esta novela. Compartirlo con un grupo de amigos bastó para que todos quieran seguir leyéndola. Algunos le sacaron fotocopias y otros, como yo, esperamos el turno para que otro la termine de leer. El libro viaja ahora en su formato fotocopia, de La Boca a Mar del Plata y de Mar del Plata a Paraguay, la historia es ágil, se devora en unas horas, el libro pasa de mano en mano, como si su mandato fuera un viaje itinerante. De la novela ya no quedan ejemplares hasta la próxima tirada. Gustavo Sidlin sabe que por cada ejemplar que se vende son muchas las personas que acceden a su novela, y no tiene historia.

“Había una vez un niño, que creció y decidió ser un payaso.
 Una decisión inquietantemente subversiva para un heredero de suntuosas noblezas patriarcales”  
  
“El origen de la novela es un cuento que se llamaba `Lili llora´ que yo consideraba que era lo mejor que había escrito en mi vida y al ser un cuento, que es un formato que no trabajo mucho, no sabia bien que hacer con él y lo tenía guardado en un cajón. Cada vez que venía alguien a casa a visitarme se lo leía orgullosamente. Pasó un año y el cuento seguía guardado. Empecé a escribir otra cosa: `Las enroscadas aventuras del payaso durazno´, que es la historia de un payaso periférico, y se me ocurrió que el payaso tenía que tener una novia, una compañera y tuve la genial idea que sea Lili. Entonces fue que casé a dos textos, como un matrimonio entre `Lili llora´ y  `Las enroscadas aventuras del payaso durazno´, que se venía perfilando como una novela corta, digamos. Y cuando casé los dos textos se formó algo explosivo. El narrador de `Lili llora´ era un personaje que no estaba desarrollado pero se notaba que la conocía muy de cerca, que la quería, la sufría, pero no se sabía bien quién era ese narrador. Eso me sirvió para decir que el que narraba la historia de Lili era el payaso Durazno. Ahí la historia se puso realmente interesante. Los dos textos tenían el mismo tono, eran muy similares. Con `Lili llora´ encontré mi estilo, mi voz literaria, no estaba super influenciado por nadie. Sentía que no me copiaba de nadie, que quería seguir escribiendo así, que era mi onda. Con el Payaso Durazno sentía que mi voz literaria continuaba”.

“Lili sale al pasillo de la clínica para mantener absortos a los guardias con un strip tease infernal que logra distraerlos al tiempo suficiente como para poder ir a buscar un matafuegos y luego además partírselo en las cabezas”.

“Lili es una prostituta, bastante loca, bastante reventada, consume cocaína y lo interesante de su personaje es su mística. Sus búsquedas son metafísicas. Va a las santerías y se roba santos, velas, estampitas, arma altares en su casa. Colecciona llaves, piensa que son objetos mágicos porque abren y cierran puertas y que en el fondo del último del infierno está la puerta al paraíso. Su personaje tiene un lado muy sórdido y, a la vez, tiene esa búsqueda espiritual que ni siquiera sabe bien por qué lleva adelante. Yo me enamoré de ella por su complejidad, por su poca cosa estereotipada. El narrador siente que cuando `Lili Llora´ pasan cosas inexplicables, como si sus lágrimas afectaran directamente al mundo”.

“Embajador de lo imposile, prestidigitador inexperto, profeta inconforme, orador silente...”

“Y el payaso Durazno es un payaso periférico. Decide actuar en plazas impopulares, de barrios olvidados. Es un sobreviviente urbano. Va a pedir comida con su traje puesto para manguear descuentos y sus amigos son los mafia del barrio. Curte sus propios códigos”.

¿Como fue el proceso de edición del libro?

                “El payaso Durazno viene bien parido desde el principio. La primera edición estuvo a cargo de Dafne Mociulsky, ella tenía una editorial donde se editaba a sí misma. Eran  producciones super artesanales, Duniashka ediciones”.
“Cuando le doy a leer `Las Enroscadas…´ le encantó y me dijo que ella lo editaba. La primera edición eran tapas de cartón forradas en tela y con una carita de payaso en la tapa. Hermosas ediciones que tengo por ahí guardadas en casa”.
“Y el libro empezó a tener buenas repercusiones en el ambiente en el que nos movíamos, en la FLIA –Feria del Libro Independiente Autogestionada-. La gente que participaba de la FLIAme los pedía para hacerlos circular. En un momento hubo mucha demanda y ya no me quedaban, así que aprendí a hacerlos. Después sucedió que unos chicos de la FLIA, Diego Arbit, Alejandro Raymond y Simón Ingouville, fans del texto, me dijeron: `te lo vamos a editar´. Diego hizo la corrección, Alejandro lo financió y Simon estuvo haciéndonos la gestión y producción. La tapa cambió, se puso más sórdida, de una cara de payaso pasó a una cucaracha. En ninguna de las ediciones el libro tenía su título en la tapa, eso me trajo bastantes complicaciones, ya que en las librerías convencionales al ofrecerles el libro me decían: `es un libro que no tiene titulo´. Bueno, cosas de la inexperiencia, no sé, ahora que el libro se agotó le voy a poner su nombre en la tapa”.      

¿Las enroscadas aventuras del payaso Durazno fue tu primer novela?

“No, mi primera novela se llama `Viaje al sol´, es una suerte de diario intimo de una adolescente buscando su identidad. Luego la adapté a guión literario e hice mi primer largometraje. Es una obra completa, como un tríptico, porque la película es un musical en la que compuse la música también. Entonces `Viaje al sol´ es una novela, un disco, una película”.   

¿Cuál es la relación que tenés con tus personajes, como los recreas?

“Me gusta la definición de Kundera, eso de que los personajes son egos experimentales y que uno ni siquiera tiene que estar de acuerdo con lo que dice el personaje, con lo que piensa,  con su umbral. Un buen escritor es como un actor en el fondo, que puede actuar un ego que no es el suyo… y yo quizás puedo escribir algo muy lejano a lo que soy. Podría contar en primera persona las andanzas de un policía bonaerense y no estar de acuerdo ni con una palabra de lo que dice el personaje”. 

¿Cuales son tus referentes?

“Me gustan los artistas que se animan a imagina cosas, que se animan a reversionar.  Últimamente estoy flasheado con Milan Kundera, la Beat generation me influenció bastante. En el cine me gusta mucho David Lynch. En “Viaje al sol” hay un homenaje explicito a Los cuatrocientos golpes” de François Truffaut. Me gusta rendirles homenaje en mis obras, tirar guiños, evidenciar mis influencias desde una perspectiva nueva”. 
“Y una influencia viva es Ricardo Becher, que fue profesor mío en la escuela de cine. Tuve la suerte de tener, en el siglo XXI, una relación discípulo-sensei maravillosa con este hombre. En su película el `Gauchito Gil, la sangre inocente´ (2004) yo hice la música y el diseño sonoro. El es mi influencia total, un maestro que tuve la suerte de conocer, de compartir, de quererlo”.


“Con el estandarte de la pureza del niño,
 que para no morir se esconde detrás de una pequeña mascara roja,
 con la que logra burlar la muerte”.

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