Nacional: "El cordobazo, una bisagra en la historia Argentina"


EL CORDOBAZO: UNA BISAGRA EN

 LA HISTORIA ARGENTINA
                                                                     Por Diego Martinez



“El saldo de la batalla de Córdoba, "El Cordobazo", es trágico. Decenas de muertos, cientos de heridos. Pero la dignidad y el coraje de un pueblo florecen y marcan una página histórica argentina y latinoamericana que no se borrará jamás. En medio de esa lucha por la justicia, la libertad y el imperio de la voluntad del pueblo, sepamos unirnos para construir una sociedad más justa, donde el hombre no sea el lobo del hombre, sino su hermano.” Con este párrafo Rodolfo Walsh cerraba su crónica sobre el Cordobazo publicada en el periódico de la CGT de los Argentinos promediando 1969.

El 29 de mayo en Córdoba las dos CGT locales convocaron a un paro activo de 37 horas como forma de resistencia en contra del plan de ajuste encabezado por el gobierno de Onganía que quería dejar sin efecto la histórica conquista del sábado ingles. A dicha convocatoria adhirieron en forma inmediata las organizaciones estudiantiles y vecinales, además del movimiento tercermundista que junto con los sectores sindicales iban a llevar el impulso de los combates callejeros que se iban a venir.

Luego de los primeros choques con la policía, empieza a correr de boca en boca, la noticia de que había muerto Maximo Mena, obrero mecánico que cayera tendido por una bala policial. A partir de allí, las fuerzas policiales fueron totalmente desbordadas y el casco céntrico de Córdoba fue copado por el pueblo y sus barricadas que más tarde se extenderían por los barrios periféricos de la ciudad. Solo con la posterior intervención del Ejército se logró recuperar cierto “orden” en la ciudad con el saldo de decenas de muertos, miles de heridos y detenidos, además de la clausura y proscripción de las organizaciones gremiales y políticas que habían impulsado la rebelión.

El Cordobazo, tuvo consecuencias inmediatas en la realidad política del momento, siendo el factor desencadenante de la posterior salida de Onganía como presidente de la Junta Militar. Este había asumido tres años antes luego del Golpe de Estado que pusiera fin a la presidencia de Illia, anunciando que su gobierno no tendría plazos sino objetivos, y tomando al combate contra la “subversión” y la reimplantación del “orden” como eje principal de su accionar.

Luego de la represión fueron encarcelados y juzgados los principales dirigentes de la rebelión, entre quienes estaban Agustín Tosco (Luz y Fuerza), Elpidio Torres (SMATA) y Atilio López (UTA), con condenas que pasaban los diez años de prisión en algunos casos, como ocurrió con el dirigente comunista de la construcción Jorge Canelles. De esta forma se buscaba descabezar al movimiento de protesta.
Sin embargo, “esa pagina histórica argentina y latinoamericana que no se borrará jamás” a la que hacia referencia Walsh en su crónica, dejaría huellas más profundas y perdurables en el proceso político posterior que iba a darse en nuestro país. El Cordobazo marcó un quiebre histórico en las formas que el pueblo iba encontrando para resistir a la dictadura, transformándose en una especie de “bisagra” en la historia social y política argentina.

Existe una idea infantil por parte de algunos sectores de izquierda que se cristaliza en el planteo de “cuanto peor, mejor”, creyendo que cuanto mas sufra el pueblo mas proclive va a ser a los planteos revolucionarios. Esta idea fue totalmente refutada con el Cordobazo, si uno tiene en cuenta que los gremios que la encabezaron (Luz y Fuerza, y SMATA) figuraban entre los obreros mejor pagos del país y con los mayores niveles de calificación.

De esta nueva generación de activistas gremiales iba a surgir el llamado clasismo cordobés que tuvo como experiencias más salientes la recuperación de los sindicatos de empresa de la FIAT (SITRAC y SITRAM) y el SMATA cordobés, con Rene Salamanca a la cabeza.

Pero, sin duda, que una de las consecuencias mas significativas del Cordobazo fue la consolidación de Agustín Tosco como referente nacional de un nuevo sindicalismo combativo y revolucionario que iba empezar a plantearse, también, por fuera de las tradicionales estructuras sindicales peronistas y que se referenciaba en la CGT de los Argentinos.


La tan aclamada unidad obrero-estudiantil también fue una marca que dejo el Cordobazo. El nuevo movimiento obrero cordobés se sustentaba en el crecimiento de las industrias más dinámicas del modelo productivo nacional, de la mano de la industria automotriz y metalmecánica. Dichas actividades exigían altos niveles de calificación dando lugar a “obreros estudiantes” que iban perfilando una nueva identidad popular que superaba el desencuentro histórico entre el estudiantado y el movimiento obrero organizado. La total adhesión de las organizaciones estudiantiles al llamado a la movilización hecho por las centrales sindicales para el 29, y su subordinación en el combate callejero como factor de apoyo al rol central que iban a cumplir las columnas de obreros que encabezaban las protestas, generaron un cambio cualitativo y fueron prefigurando un nuevo bloque social y político que serviría de sostén al posterior avance del proceso revolucionario en Argentina.

Si bien la jornada había arrancado con reivindicaciones marcadamente laborales (sobre todo contra el intento de Onganía de quitar el sábado ingles) era evidente que el cuestionamiento se iba profundizando hacia el repudio a la Dictadura Militar, que había contado en sus inicios con cierto nivel de expectativa popular. Era un rasgo que evidenciaba el proceso de madurez que iba tomando una incipiente pero dinámica alternativa política popular, que tenia en el movimiento obrero cordobés a su máxima expresión, pero que ya empezaba a extenderse a nivel nacional. Se intuía en la práctica la superación de la vieja división entre luchas económicas y reivindicativas por un lado y lucha política por el otro, pasando a ser tomadas como dos partes de un mismo proceso integral. Así, era evidente como las definiciones políticas se iban esparciendo por el conjunto de la sociedad y como eran receptados dichos planteos por parte de las organizaciones gremiales que hasta el momento habían quedado relegadas solo al plano de la resistencia económica.

El hecho de haber sobrepasado en las calles a las fuerzas policiales y haber tenido el control efectivo del territorio en los momentos mas álgidos de las jornadas del Cordobazo, fue consolidando la idea de que “la democracia se gana en las calles”, sirviendo de referencia para las posteriores puebladas que se verían en el país: el Rosariazo (mayo a septiembre 1969), el Viborazo (marzo 1971), y el Mendozazo (abril 1972), como principales exponentes de una nueva forma de lucha popular que se iba instalando en la realidad política argentina.

Otro hecho evidente como punto de quiebre esta vinculado con la relación existente entre la dirigencia gremial y sus bases sindicales. El paro había sido acordado entre Tosco, Atlio Lopez (peronismo combativo) y Elpidio Torres, a quien llamaban “el lobito”, por su encuadramiento en el sector de la burocracia sindical liderado por Vandor. Quedó claro cómo la presión de las bases obligaba a que ciertas direcciones burocráticas tuvieran que asumir posiciones combativas que acompañaran el estado de movilización popular ante un reclamo antiburocrático que se venia extendiendo con fuerza en las nuevas generaciones de obreros que apuntaban a sobrepasar el tradicional esquema vertical que venía siendo hegemónico desde el primer gobierno de Perón. Un ejemplo claro esta en las fabricas Concord (SITRAC) y Materfer (SITRAM) de la Fiat, donde las conducciones que no acompañaron el paro del 29, fueron posteriormente desalojadas por expresiones clasistas ligadas a organizaciones de izquierda revolucionaria.

Por último, es con el Cordobazo donde cobran mayor legitimidad los planteos de lucha armada en Argentina, a través de organizaciones que hasta el momento o no existían o solo eran pequeños grupos de militantes. En el Viborazo de 1971, ya seria evidente que estas expresiones eran las que encabezaban los combates a diferencia de mayo del ´69, en donde el impulso del proceso de lucha se daba a través de las expresiones sindicales y estudiantiles tradicionales.

En un escrito elaborado en la cárcel de Rawson en junio de 1970, Agustín Tosco escribe a modo de balance: “El Cordobazo es la expresión militante, del más alto nivel cuantitativo y cualitativo de la toma de conciencia de un pueblo, en relación a que se encuentra oprimido y a que quiere liberarse para construir una vida mejor, porque sabe que puede vivirla y se lo impiden quienes especulan y se benefician con su postergación y su frustración de todos los días.

Sin duda, con el Cordobazo queda abierto el proceso de mayor acumulación social y politica del campo popular en nuestra historia, y que se va a extender hasta 1975 con la experiencia de las coordinadoras fabriles. Estos años pueden ser tomados como el punto más álgido de la lucha de clases en Argentina. La acción directa colectiva y el impulso y la participación de las masas como motor de los procesos revolucionarios son enseñanzas que, como escribía Walsh, no se borraran jamás y quedarán insertas para siempre como parte fundamental de la experiencia y la memoria histórica que vamos construyendo, día a día, como  pueblo.