Por Gonzalo Funes
Para tener razones no hace falta más que un glóbulo en las venas,
pero lleno de convicciones
Enrique Santos Discépolo.
¿Cómo producir desde el espanto? Desde la rabia contenida, desde las ganas de gritarle en la geta a los milicos lo que se había callado durante años. Años de plomo, de represión, de torturas y desapariciones, abalados por un sistema cultural que nos decía que lo que acá se hacía no iba, que lo nuestro era descartable, que lo que había que comprar y consumir era mierda con gusto a rosas. Años en los que Palito Ortega era un joven policía bueno que subido en un falcón verde perseguía jóvenes peludos que algo malo estaban haciendo. Tiburón, Delfín y Mojarrita. Vieja cultura frita, Televisión basura, Cine basura, Teatro basura. En las calles solo había miedo y jóvenes militantes peleando por sus vidas contra un ejército asesino y una sociedad estigmatizadora.
¿Por dónde canalizar esa rabia contenida?, ¿Cómo convertir esa bronca, ese espanto, en fuerza creadora? ¿Cómo crear una nueva identidad, un nuevo contenido cultural, artístico, poético y por sobre todo político? ¿Como combatir esa “vieja cultura frita”?. Ante lo arcaico y lo retrogrado, se impone siempre una fuerza revolucionaria, provocadora, contestataria, que aborrece lo clásico y juega en los límites de lo desconocido, inventa, improvisa, juega y recrea.
Los años 80 se volvieron urgentes para una generación que había crecido con militares en las calles. Jóvenes que tenían la necesidad de expresar todo lo callado en esos años de opresión.
El teatro argentino fue un terreno en el cual estas expresiones tuvieron su propia trinchera, un lugar de encuentro para el refugio de jóvenes “teatristas” que no aceptaban roles de autoridad. Donde todos actúan, dirigen y escriben. Todos son parte del hecho teatral por igual. La apuesta a la construcción grupal, colectiva. Donde el ojo esta puesto en construir una nueva poética con formas, procedimientos e ideologías diversas. Donde el actor (actriz) vivo sobre el escenario, es la imagen fundamental. Donde el teatro de imagen, el títere, la manipulación de objetos, el cabaret, el varieté, el clown, el Circo Criollo, la danza teatro, la música en vivo y las diferentes disciplinas artísticas son las que le van dando forma a un código que rompe con el conservadurismo de los modelos ortodoxos, rechazando formulas estéticas rígidas, dándole vida a una “estética de la metamorfosis”.1.
En la ciudad porteña de Bs. As. En los albores de la década del 80 irrumpe un personaje desconocido, nacido en el interior de la Provincia, mas precisamente en Junín, hijo de una familia humilde, que se traslada a la capital a buscar un mejor pasar. Este personaje, desconocido, hasta este momento, desde pequeño manifiesta sus deseos por la actuación, a través del juego, la pantomima y la imitación de sus mayores.
Walter Salvador Barea, Percal, Billy Boedo, y finalmente Batato. Actor, bailarín, titiritero, clown, acróbata, director, será uno de los fundadores del “under porteño”. A través de una corta pero agitada vida, Batato formo parte de lo que fue el “nuevo teatro argentino de los 80”, donde jóvenes actores, a través del aprendizaje de diversas disciplinas escénicas, buscaban transformar los escenarios porteños.
En los primeros meses de 1984, funda el grupo “Los Peinados Yoli”, uno de los primeros grupos de teatro porteño en introducir el varieté y los monólogos. Sus espectáculos eran armados a base de pequeños cuadros y tocaban diversos temas como el “new have”, las patotas, los gays y el consumismo, incursionando en el vodevil, el collage musical, la danza teatro y el circo, destacándose la fuerte inclinación hacia el absurdo y la sátira.
En 1985 Batato, conoce a Cristina Moreira, con quien tomara sus primeros cursos de clown. Este lenguaje teatral acompañara a Batato hasta los últimos días de su vida. Junto con otros asistentes al taller de Moreira, Batato, fundara el “Club del Claun” “grupo que aun desde una escasa perspectiva histórica debemos considerar como un hito del nuevo teatro argentino”.2. El club, tenía el carácter de fundador en su género, ya que en la Argentina, más allá del legado del Circo Criollo, no existía el clown como genero. Con este grupo, Batato, llevo a delante los espectáculos, “Arturo”, en el CC Ricardo Rojas, donde la entrada era a la gorra, “Escuela de Payasos”, espectáculo que los llevo a recorrer varios países de Latinoamérica y Europa, “Esta me la vas a pagar”, “El burlador” y “Blanco, Rojo y Negro”. Además realizan innumerables presentaciones callejeras en Plazas de San Telmo, siendo estos los primeros en convocar funciones de teatro en la calle.
A partir de 1986 se hace imposible seguir la actividad profesional de Batato, dado que además de sus trabajos grupales, empieza a consolidar un estilo propio a través de sus Performance o Sketch o números cortos, o pequeñas obras, presentaciones que incluso Batato no sabia como llamarles. Se hace muy difícil categorizar lo que Batato hacia en esas presentaciones, que comenzaron a darse en Cemento, el Parakultural y algunos otros cafés o bares del under porteño. Comienza de esta manera a consolidar su propia estética a través de presentaciones unipersonales en dúos o en tríos como el que conformaba (mítico a esta altura) con Alejandro Urdapilleta y Humberto Tortonese.
La estética del pastiche, clown/travesti, como el mismo se definía, donde el vestuario, la utilería y la escenografía eran sacadas de la basura, encontradas por ahí, telas encontradas luego que algún vendedor del Once las sacase a la calle. Cómico por lo grotesco y lo satírico, donde la importancia estaba puesta en el trabajo del actor vinculado con lo visual y lo musical, no requiriendo de escenografía, sin darle importancia al espacio, ya que el se adaptaba al lugar donde el hecho teatral ocurriese. Absurdo, surrealista, buscando la diversión y el asombro en el espectador. Emocionar y sacar al espectador de la inacción del aburrimiento, explorar la teatralidad de lo “no teatral”. Dirigir a “no actores”.
Batato siempre trabajo sin pre conceptos, sin acuerdos programáticos, sin manifiestos, sobre límites borrosos, aborrecía los ensayos y prefería la improvisación, el trabajar con gente de la calle antes que con actores consagrados, jodiendole todo lo que tenía que ver con la autoridad, con militares, iglesias y familia. Cualquier cosa que significara algo establecido era su enemigo.
“Nunca he tenido la intención de dar un mensaje particular, pero a fuerza de que se me pregunte sobre esto, me he preguntado cual es el mensaje teniendo casi treinta años de edad, lo cual quiere decir que he vivido alrededor de veinte años de mi vida bajo procesos militares absolutamente represivos que tendían a la total individualización, a la disgrecion social. Caminaba por Buenos Aires cuando reunirse más de tres personas era delito y la policía iba a pedir enseguida documentos. Entonces, el mensaje trasciende un poco lo que hago. Soy un joven, que junto con otros, estamos creando algo en común, que todavía tenemos ganas de reírnos y de hacer que la
gente se ría con nosotros. Ese es nuestro mensaje. El publico sale muerto de risa de nuestras funciones, relajado, optimista y la gente agradece eso después de tantos años de terror”.3.
Esa maldita enfermedad que se llama sida, se llevo a Batato el 6 de diciembre de 1991. Apenas había cumplido treinta años, pero su legado, transformador, provocador, revolucionario, plebeyo, continua intacto y sigue siendo fundamental para las nueva generaciones de “teatristas” argentinos.
1- Jorge Dubatti, “Batato Barea y los orígenes del nuevo Teatro Argentino”
2- Jorge Dubatti, “Batato Barea y los orígenes del nuevo Teatro Argentino
3- Entrevista a Batato Barea y sus compañeros del Club del Claun.
No hay comentarios:
Publicar un comentario