LA GUARDIA NO NOS ESPERA
Por Gonzalo Funes y Martin García
"horas se podría estar contando esta historia y otras
parejamente tristes
sin calentar un solo gramo del país sin calentarle
ningún pie
¿acaso no está corriendo la sangre de los 16 fusilados
en Trelew?
por las calles de Trelew y demás calles del país
¿no está corriendo la sangre?
¿hay algún sitio del país donde esa sangre no está
corriendo ahora?"
Juan Gelman
Ya está. A las 16 hs del 15 de agosto de 1972 la decisión está tomada. Facio, guardia cárcel que los acompaña en el patio bromea “¡Ya son las seis de la tarde che!”. El es el cómplice. Desde los primeros planes de fuga se busco a un cooperador. Facio tiene miedo, pero es más bien dicharachero y le gusta la guita, acepto desde un principio. El penal de máxima seguridad de Rawson se va a tomar desde adentro, contradiciendo todas las posibilidades que la dictadura de la “Revolución Argentina” manejaba. Meses de organización, de búsqueda de información, de entrenamiento y preparación.
Los presos políticos se distribuyen en seis de los ocho pabellones. Son todos compañeros, los del puño izquierdo y los que levantan la V, pero saben que sin la ayuda de los pabellones de presos comunes la acción será aun mas difícil.
La cárcel de Máxima Seguridad, tiene un clima interior distinto al que suponía para los presos más peligrosos del país. Estaban en los pabellones los dirigentes sindicales y los cuadros guerrilleros más importantes de las organizaciones armadas PRT-ERP, MONTONEROS, FAR y FAL. También, y no como uno más, estaba Tosco. Los compañeros pasan las horas de sombra, formándose con algunos libros o aprovechando las discusiones entre Tosco, Santucho y Vaca Narbaja. El clima de guitarras, cantos, la “Luis Burella”, el ajedrez, los agujeros en el techo vidriado que acercaban a las compañeras de otro pabellón, palabras , besos, caricias que se cruzaban, algún pañuelo bordado con la estrella roja de cinco puntas, cigarrillos que se iban de pitada en pitada, parejas que se encontraban y otras que se buscaban.
Las agujas del reloj marcan las dieciséis en punto, cuatro de la tarde, se escucha el silbato de un guardia cárcel, el recreo término, en realidad esta por terminar, falta algo. Roby Santucho, Gorriaran Merlo y Marcos Osatinsky, avanzan hacia la esquina en la que esta el tipo que saluda con el puño izquierdo y los dedos en v, el Gringo, de uno noventa, que fuma cigarrillos largos. Sabe que algo se esta tramando. El es respetado por todo el penal, por los presos políticos y sindicales, y también por los presos por delitos comunes. Respeto que Agustín Tosco se ha ganado con su lucha, su humildad y su coraje, al frente del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba que enfrento a la burocracia y desafío a la dictadura por la cual esta preso.
Las palabras son pocas. El santiagueño Santucho tiene la acción en sus manos y se la muestra al cordobés Tosco, Agustín lo mira desde su altura y se pone en cuclillas, sobre un cordón, en diez segundo imagina la fuga y se entrega a ella: ¿Qué quieren que haga? , los cuatro saben que el Gringo no se va a ir. Es un dirigente sindical sin igual. Y no puede irse a la clandestinidad, lo respaldan y esperan afuera los obreros que lo siguieron en el Cordobazo y las organizaciones que apoyan la línea anti burocrática de la CGT de los argentinos. Hay dos pabellones que los guerrilleros no pueden controlar durante la fuga. Agustín Tosco asume el rol, de ser el, quien mantenga la calma cuando el penal quede casi vacio. Tiene que mantener en paz a esos presos que les esperan largos años de vida en el encierro por delitos comunes. Es fundamental el silencio y sobre todo la calma de estos presos para que no arruinen el largo preparativo en el momento de la acción.
Ya son las 18. Esta ves Facio no bromea, el plan esta en marcha, la cosa esta rodando. El jefe de turno responde al llamado de la celda, rápidamente es reducido por el Negro Quieto. El pelado Gorriaran obliga a abrir la reja, se da el avance hacia el resto de los pabellones, los compañeros y las compañeras se encuentran, van saliendo uno por uno, tomando puestos de vigilancia y reduciendo al personal del servicio penitenciario. En pocos minutos el penal esta en mano de los presos políticos que esperan la entrada de los vehículos con los que recorrerán veinte kilómetros hasta el aeropuerto de Trelew, para una ves en libertad, reincorporarse a la lucha contra la dictadura.
Cuando los militantes pasan por en frente de los pabellones de presos comunes, lo ven. Con ellos estaba el “Gringo”, llevando adelante la parte del plan que a el le correspondía, ni un grito, ni una queja salió de aquel pabellón que vio frente a sus narices la corrida de 116 revolucionarios y peronistas. Tosco arenga desde el pabellón, saludan al grito de “Hasta la victoria siempre”.
El epilogo de esta historia es conocido, los tiros en una de las torres de seguridad dejan un guardia cárcel muerto, y aun jefe de los vehículos en el exterior confundido. Temeroso ordena la retirada. Llega un solo vehículo y los primeros en fugarse son la conducción de las organizaciones revolucionarias. Los compañeros esperan la llegada del resto de los vehículos. Llegan 3 remises que llevaran a 19 compañeros al Aeropuerto de Trelew. El avión partió a Chile con los seis dirigentes fugados y tres compañeros más que fueron el apoyo desde el avión. En el aeropuerto los 19 compañeros negocian una salida con una conferencia de prensa. En el penal de Rawson, una radio de los guardias cárceles da la noticia de la fuga del avión que partió a Chile y la toma del aeropuerto por parte del resto de los fugados. La masacre huele a sangre en los pabellones que se llenan de lágrimas, nudos en la garganta, gritos de impotencia y la furia de la revolución que aclama a sus mártires.
El ERP en Chile |
Agustín “el Gringo” Tosco seca sus lágrimas, desata el nudo de su garganta y durante veinte minutos arremete con gritos y furia revolucionaria “¡Compañeros, compañeros no se caigan!” se lo escucha decir.