Especial a 10 años del puente


DARÍO Y MAXI. UN SÍMBOLO POLÍTICO PARA UNA GENERACIÓN HUÉRFANA
             Por Fernando Vissani *
                                                                                                                                                                     Foto: Polaco

      Dotar de sentido un periodo histórico es un proceso constante y colectivo a través del cual buscamos comprender nuestra realidad presente y justificar nuestro accionar en relación a ella. Proceso que no esta libre de las miserias y formas de dominación que acechan nuestra vida cotidiana, especialmente aquellas vinculadas al capitalismo, al imperialismo y el patriarcado. Es por eso que lxs de abajo debemos leer, escribir y construir nuestra propia historia, una que encuentre a nuestro pueblo trabajador organizado y luchando por su emancipación, una historia desde, para y por lxs de abajo. Construcción que no es sencilla, porque como dijera Rodolfo Walsh, hasta ahora “…nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengamos historia, no tengamos doctrina, no tengamos héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como una propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas. Esta vez es posible que se quiebre el círculo…”.
   En ese sentido, buscamos recuperar un momento crucial de nuestra historia reciente, que determinó en varios aspectos nuestro presente actual: la masacre de Avellaneda. La implementación del modelo neoliberal en la Argentina, fue un proceso que comenzó con la dictadura cívico militar de 1976 y se profundizo con la “recuperación de la democracia”. Sin embargo, antes, durante y luego a su implementación los sectores populares nos organizamos y luchamos contra este modelo asesino utilizando las herramientas que teníamos a mano y generando nuevos instrumentos de lucha y organización acordes a esa etapa histórica. Así es que vemos como emergen nuevos sujetos políticos como lxs piqueteros y sus Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTDs), las fábricas recuperadas y las asambleas populares, los cuales confluyen en las calles durante las jornadas del 19 y 20 de diciembre del 2001. Es al calor de esta rebelión popular, y con el eco del “que no quede ni uno solo” aun latente, que diversos MTDs continuaban con sus planes de luchas reclamando trabajo, dignidad y cambio social y decidieron cortar el Puente Pueyrredon el 26 de junio del 2002. En esa jornada de lucha mueren asesinados por la maldita policía dos compañeros más: Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.
                                                                             Foto: Polaco
   El asesinato de los dos compañeros abre una nueva época en varios aspectos. Para las jóvenes (y algunas no tan jóvenes) generaciones el asesinato de Maxi y Darío marcó una bisagra en la relación entre la juventud y la política. La imagen de Darío asistiendo a Maxi y con el brazo en alto pidiendo que no disparen, recupera lo mejor de una ética olvidada en ese entonces y aporta elementos a la construcción de una nueva ética militante para las actuales y futuras generaciones de jóvenes. Recupera lo mejor del Che, esa cualidad revolucionaria de sentir la necesidad de luchar por el otro donde sea y dar la vida en ese intento si es necesario. Vale recordar que Darío y Maxi no se conocían entre si, más allá de haberse cruzado en alguna asamblea en los días previos al corte del 26, militaban en MTDs diferentes y sin embargo nada eso fue un obstáculo para que Darío volviera a la estación de Avellaneda e intentara lo imposible, pedirle al aparato represivo del Estado que no reprima, que no mate. Quizás la escena que mejor representa la diferencia entre los valores políticos y culturales impuestos por las clases dominantes y aquellos que queremos construir como pueblo se observa en el juicio al comisario Alfredo Luís Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta. Mientras Darío dio su vida por salvar a Maxi, Franchiotti y Acosta se acusaban entre ellos sobre quien mato a quien para poder escapar de la cárcel. Solidaridad de lxs de abajo contra el individualismo reinante.
   Además de solidaridad, la figura de Darío es un claro ejemplo de otros valores, de nuevos criterios con los cuales hacer política. La horizontalidad, la territorialidad y la autonomía, marcaron su experiencia militante. Primero en Don Orione y luego en Lanus, Darío participó activamente en la construcción y desarrollo de nuevas experiencias territoriales, nuevas formas de organización y participación en los barrios populares: los MTDs. Con el ejemplo de los cortes y puebladas del 96 y 97 en Mosconi/Tartagal (Salta) y Cutral-Co/Plaza Huincul (Neuquén), lxs desocupadxs de la Provincia de Buenos Aires comienzan a organizarse en torno a la lucha por trabajo, dignidad y cambio social. Desde su origen esas experiencias marcaron una lógica política nueva, signada por la construcción asamblearía, democracia directa u horizontalidad. Idea sencilla pero difícil de llevar a cabo, teniendo en cuenta que busca lograr la participación de todxs en la toma de decisiones, generando un espacio donde todxs tengamos voz y recurriendo al consenso, el acuerdo sobre las formas delegativas o tradicionales como el voto ya que entendían (y entendemos) que la síntesis colectiva tiene más peso que las posturas individuales y además prefigura nuevas relaciones sociales.
                                          Foto: Polaco
   Esta nueva ética se forjó con democracia directa y sobre un anclaje territorial y autonomo. Anclaje territorial porque en lo 90 producto de los altísimos índices de pauperización en las condiciones de trabajo y vida de nuestro pueblo, la fabrica se trasladó al barrio. Miles y miles de compañerxs se encontraban desocupadxs y el desafío de promover organización en los barrios marcó a fuego a lxs jóvenes que comenzaban a militar en política. Visto que la presencia de los Partidos tradicionales (en sus diversas expresiones), Sindicatos e Iglesias tenían poco o nada para ofrecer a estxs jóvenes que se iniciaban en la política, la construcción de nuevas herramientas de lucha y organización se produjo por fuera de estos aparatos y buscando otras lógicas de participación. De ahí, la defensa de la autonomía como criterio organizativo.
   Darío Santillán no solo aporta valores con los cuales forjamos una nueva ética militante, además nos aporta algo fundamental para aquellxs que peleamos día a día por la construcción de Poder Popular y por lograr el Cambio Social, nos aporta Mística. Para gran parte de la izquierda tradicional, en especial aquella mas ortodoxa, los factores subjetivos son un aspecto casi secundario en el proceso de lucha de clases, es más en algunos casos hasta se los ve como un epifenómeno de las modificaciones estructurales o para ser mas claros “…hasta que no cambien las condiciones materiales no se podrá construir la nueva sociedad…”. Nosotrxs entendemos que esa visión etapista y economicista es un obstáculo para la construcción de Poder Popular, ya que consideramos que mientras peleamos por el Cambio Social vamos desarrollando, al mismo tiempo, formas prefigurativas de la sociedad que queremos. Y en ese proceso constante de lucha y organización, de construcción del hombre y la mujer nuevx, hay un factor indispensable para no claudicar al que llamamos mística. El MST de Brasil nos ha enseñado que la mística "no es el límite de la razón, sino lo ilimitado de la razón" aquello que nos permite seguir incluso en las condiciones mas desfavorables.
   Creemos que Darío es el símbolo de nuestra generación, la del 2001. Un símbolo que debemos retomar y reconstruir constantemente, dotándolo de nuevos sentidos y valores que nos permitan avanzar en la construcción y desarrollo de nuestros ideales. Es por eso que desde el Frente Popular Darío Santillán solemos tomar como consigna “Multiplicar su ejemplo, continuar su lucha”. Retomar los valores, la ética, la mística que rodea a su imagen a partir de la creación y recreación permanente de nuestras construcciones políticas. Por estos motivos es que nos identificamos con su lucha y seguimos levantando sus banderas, seguimos luchando y organizándonos desde, para y por el pueblo. Es por eso que a 10 años de su muerte seguimos construyendo Poder Popular en las universidades, en las fábricas y lugares de trabajo, en los barrios y en las calles, en centros culturales, en las camas y nuestras casas, etc. Entendemos como señalara Mariategui que la construcción del socialismo en Nuestramerica no puede ser calco ni copia sino construcción heroica. Y por eso, seguiremos haciéndolo, porque si Darío dio la vida por su compañero, lo menos que debemos hacer es dar la nuestra por el Cambio Social.


* Militante del Frente Popular Darío Santillan

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