Cultura plebeya


“CON UN OÍDO EN EL PUEBLO Y OTRO EN EL EVANGELIO"
                                                    Por Martin García y Gonzalo Funes



   El frio de un otoño en chapas me despertó temprano. El agujero en una de las esquinas oxidadas generaba una correntada del aire mas frio y propio de reinos que son de los hombres. Al bajar de la cama la media de lana se moja con la transpiración del piso helado. El sol y Dios, parecen no haberse despertado en la barriada que ya anda buscando donde ranchear.
Se piensa con desesperación, cuando la semilla de nuestras oraciones no se encarna en una cosecha milagrosa, donde el pan no se multiplica ni el agua se convierte en vino. ¿A quien protege el Inmaculado Corazón de María?
“Señor: Perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos parezcan tener ocho años y tengan trece. Señor: perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no.”1.
   Pienso mientras camino, por las calles húmedas de barro, por la lluvia que no ha cesado durante días sobre la capital del país. Primero de mayo de 1967. Catedral Metropolitana de Buenos Aires. “La Morsa” sostiene la cruz que lo protege. Nuestra Iglesia recibe al ambicioso de poder, al codicioso, al que golpea a bastonazos a jóvenes, intelectuales, marginales y militantes de Cristo guerrillero. Ongania, vestido de fajina, sonríe sabiendo que su acto litúrgico ampara su política.
   La puerta de la Catedral se abre, el viento entra, entra el Cristo obrero, el Comando Camilo Torres, las velas humean, los pies villeros embarran la alfombra roja de los elitistas. “El deber de todo católico es ser revolucionario”, la misa se desconcierta. Ongania tiembla de confusión y temor. El Cristo guerrillero enfrenta al Cristo Rey, los curas tercermundistas, los cristianos revolucionarios denuncian la actitud de la Institución eclesiástica. El hambre es la injustica, los explotadores se asustan, sienten miedo, la revolución también llego a la iglesia.
   Llora la Virgen cuando sus hijos se matan. La Iglesia repudia la violencia. La violencia la construyen las elites. La prohibición del Peronismo, la mirada persecutoria a los negritos descamisados, los obreros crucificados en sus trabajos. Hay oro en la Iglesia, el oro de los ricos. Hay hambre en la capilla, el hambre de los pobres. El mundo cambia, y Dios nos espera en la eternidad. El Che, Camilo Torres, Angola y Vietnam; un solo tercer mundo, un Vaticano II. ¿Podemos creer en ti Señor?
“Señor: perdóname por haber aprendido a soportar el olor de aguas servidas, de las que puedo no sufrir, ellos no.”2.
   ¿Para quien rezamos, señor? Nosotros, curas villeros, marginados, olvidados por una Institución que nos persigue, luchando contra las injusticias en los barrios de las periferias del planeta, donde los pibes de ayer, de hoy y de siempre se nos mueren por la indiferencia de una sociedad que los condena, de un estado que los reprime y de una institución que los obliga a una vida miserable a cambio de un futuro mejor en el paraíso.
   Con un oído en el pueblo y otro en el evangelio. Señor ¿Para que rezamos? Para luchar, oramos, creemos en Dios, amamos a la humanidad, nuestro Padre, Cristo guerrilero, de pies descalzos y hambre, igual que el pueblo, igual que nosotros, tus curas con sotanas guerrileras.
   “Señor: Yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre. Señor: perdóname por decirles 'no sólo de pan vive el hombre' y no luchar con todo para que rescaten su pan. Señor: quiero quererlos por ellos y no por mí. Señor: quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos. Señor: quiero estar con ellos a la hora de la luz."3.
Oracion del padre Carlos Mugica.


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