LA PRISIÓN TIENDE A LA INCAPACITACIÓN O NEUTRALIZACION DEL PRESO
Por Ayelen Touzet
La inseguridad como sentimiento objetivo es parte real de nuestras vidas. La vida en sí misma carga con el fin de ella, cientos de posibilidades pueden provocarnos la muerte o vivir en los márgenes de la sociedad.
Ahora bien, la “sensación de inseguridad” que los medios de comunicación masiva imponen, expanden e instalan, siempre está relacionada con el delito contra la propiedad y el miedo a la muerte violenta. Apuntan a la criminalizar la pobreza. Ofrecen un estereotipo, un identikit que describe al pibe chorro. El tratamiento de la noticia no da cuenta de las relaciones de poder que históricamente se ejercen contra los sectores mas desfavorecidos. Sectores que viven la “situación de inseguridad” de parte de las fuerzas represivas e instituciones del Estado, como también de una parte de la sociedad que los estigmatiza. Esas inseguridades son reales, dejan de lado el plano subjetivo de las sensaciones, para convertirse en las violaciones a sus derechos por parte de la violencia legal de las fuerzas de seguridad y las condiciones de desigualdad estructural a las que son sometidos.
Para profundizar sobre éstos temas nos acercamos a Juan Tapia, Juez de Garantías de Mar del Plata, y le hicimos algunas preguntas.
¿Cuál es el rol de los medios masivos de comunicación al momento de instalar la problemática sobre la inseguridad? ¿Cuales cree ud. que son sus objetivos?
El rol de los medios de comunicación en la cuestión criminal tiene diversos matices.
Por un lado hay empresarios dueños de medios de comunicación que en sus canales dedican gran parte de su tiempo a exhibir los registros audiovisuales de las cámaras de seguridad y a difundir noticias vinculadas a ciertos delitos (generalmente delitos contra la propiedad de torpe elaboración) al mismo tiempo que participan de negocios con el Estado, vendiendo seguridad privada o esas mismas cámaras de seguridad.
Por otra parte, se aprovecha el miedo que en ciertas franjas sociales existe al delito para usufructuarlo en términos de rating. Entonces, se manipula el dolor de las víctimas y se explota ese miedo a niveles paranoides.
En definitiva, el delito es un negocio en manos de empresarios inescrupulosos.
Esto no quiere decir que no se cometan delitos y que la prensa no deba informar a la ciudadanía. En todo caso la pregunta central es si los medios de comunicación reflejan fielmente una realidad preexistente o si, por el contrario, refuerzan la inseguridad mediante la ampliación mediática del fenómeno.
Como decía Foucault, los discursos no son considerados como una mera transmisión de un sentido o una mera representación de la realidad sino como prácticas que generan y producen los objetos a los que se aplican (Saber y Verdad).
De esta manera, no puede estar ausente la interrogación acerca de los discursos que circulan, producen y configuran la experiencia de la (in)seguridad.
En este aspecto, no puede hablarse de un discurso periodístico, dado que este no es homogéneo: no es lo mismo leer La Nación que Pagina 12.
Uno puede leer en ciertos columnistas la forma en que los “argentinos” y “los ciudadanos” (así como también “los vecinos” o “la gente”) son presentados como universales, como totalidades armónicas. Al mismo tiempo que delimita un adversario: el que es expulsado de la totalidad. El que no es ciudadano, no es gente.
Esa estrategia discursiva es reforzada apelando a metáforas bélicas. Lucha contra el delito, combate contra la droga. La pretensión de eliminación al que no es ciudadano.
Entonces, las metáforas bélicas nos recuerdan que estamos frente a dos grupos contrapuestos, por lo que no es asombroso que ciertas vidas aparezcan como sacrificios necesarios para luchar contra la inseguridad. Y entonces aparece un presentador de noticias de apellido Feinman a decir “uno menos” cuando da la noticia de un presunto autor de un delito muerto por la policía.
Es el instante en el cual el problema de la seguridad en los medios de comunicación se plantea como la eliminación de esos “otros” que han sido construidos como la causa eficiente de la inseguridad.
El síntoma que permite creer que erradicándolo se eliminara la enfermedad, se solucionara el problema de la inseguridad.
Es por eso que hay muertes invisibilizadas. Un editor de la agencia DYN manifestaba ante un trabajo de investigación que “se ha hecho costumbre leer que una persona murió de un balazo en un enfrentamiento con la policía. A veces pasa como si uno dijera llueve.”
Es posible que lluevan muertes naturalizadas de sectores sociales excluidos, los que Bauman denomina "residuos humanos".
¿Cómo se trabaja dentro del Sistema Penitenciario para preservar los derechos de las personas privadas de su libertad? ¿Cuales son los organismos/instituciones que brindan esas garantías?
Además de la libertad ambulatoria, la persona encarcelada sufre la restricción de su derecho a su salud, con escasa atención médica, ausencia de profesionales, imposibilidad de gestión de turnos con el hospital público, sin medicación suficiente, en definitiva con un peligro latente de muerte por cuestiones que en libertad no generarían esos niveles de riesgo.
El detenido sufre además restricciones a estudiar y a trabajar intramuros, actividades que son entendidas como "beneficios" por la administración penitenciaria y no como auténticos derechos, que el Estado debe garantizar a toda la población carcelaria en idénticas condiciones en que se gozan esos derechos en libertad.
La orientación hacia la reeducación y la reinserción social de las penas privativas de libertad es un rasgo común de la mayoría de las legislaciones. Para ello, se establece un tratamiento penitenciario, se configuran sistemas progresivos, basados en una filosofía premial – punitiva y se prevén una serie de “medidas alternativas”.
Varias observaciones sobre el tema:
La idea misma de la resocialización/reinserción. En todo caso, se trata de una inserción. Los que cometen un delito y caen en el mundo penitenciario ya estaban al margen. En su mayoría se encontraban excluidos del sistema. La idea de la reinserción de quienes pasan por la cárcel es
una mentira. La mayoría de las personas privadas de su libertad nunca estuvo en el circuito laboral, nunca cumplió una escolaridad; algunos hasta no tienen documento.
No se reinserta quien no estuvo inserto. Quien no estuvo inserto en una sociedad, con laburo, educación, salud, contención, oportunidades, derechos, etc. No le podemos decir que tuvo oportunidades y que las desaprovechó, nunca estuvo dentro, de manera que estuvo y sigue afuera, pero lo medimos con la vara de los que estamos adentro y tuvimos todo eso.
Ahora, cuidado: la crítica a la ideología de la resocialización no puede hacer retroceder el discurso de los derechos de los reclusos. Digo esto porque la prisión actual es una prisión que ha abandonado completamente la finalidad declarada de corrección o reinserción, transformándose en modelos de “prisión jaula” o “prisión deposito”.
La prisión actual tiende a la incapacitación o neutralización del preso.
La ruptura con el modelo resocializador se verifica por un lado, desde el plano legislativo – judicial: restringiendo los derechos de los reclusos para su progresiva reinserción social, entendidos como “beneficios” que deben ser cortados o cercenados. Es decir que no haya posibilidad de flexibilizar el encierro y este sea lo mas largo posible; por otra parte, en el plano político, el discurso “que se pudran en la cárcel” es replicado por actores gubernamentales.
Entonces, cuando la cárcel es despojada de su función resocializadora, el encierro se convierte en una pena de elevado contenido aflictivo e inhumano.
Frente a este cuadro de situación, hay iniciativas de algunos sectores del poder judicial (minoritarios) o externos a el (Comité contra la Tortura de la Comisión por la Memoria, CELS, INECIP) orientadas a paliar los daños emergentes de semejante estructura, pero hasta tanto no haya una decisión política en sentido contrario, este sistema cruel se va a mantener y hasta profundizar.
Al momento de la investigación la Justicia elabora/realiza una caracterización particular sobre cada uno de los llamados hechos de inseguridad, ¿Cómo vé que se corresponde o contrapone ésta caracterización con la que generalmente realizan los medios de comunicación? ¿Qué rol juegan los estereotipos dentro del discurso de comunicación masiva?
No hay mucha diferencia entre gran parte del discurso que construyen los medios masivos de comunicación y autores como Lombroso, Ferri o Garofalo, quienes parecen incluso ser directores de cámara o contenido de ciclos como "Policías en Acción", un programa donde la realidad se muestra como melodrama, pero no toda la realidad, sino la realidad de como viven las capas populares, donde la vida de los pobres se exhibe para que la vean los destinatarios puros pertenecientes a los niveles socioeconómicos mas altos, con la intención de mostrarles como es vivir en la marginalidad, especialmente como es el circo de los "distintos" a nosotros, de borrachos, drogadictos, putas, y piqueteros, sus peleas familiares y barriales siempre enfocado desde el lente de la cámara de un policía, que es protagonista del ciclo desde una representación siempre positiva: la humanidad de los agentes, la legalidad de su accionar y la posesión de un saber legal punitivo son sus caracteres.
Por otra parte, ya el término “inseguridad” implica una doble reducción de su significado. Una primer reducción al vincular inseguridad con delito, dado que hay inseguridad en diversas relaciones sociales: el ámbito laboral cuando tenés un trabajo precarizado que podes perder en cualquier momento; inseguridad en la salud cuando no podes tener una obra social y el sistema
de salud publica no responde tus necesidades, etc. Una segunda reducción es vincular inseguridad solo con una categoría de delitos: los delitos contra la propiedad. Y entonces parece que no es una cuestión de agenda pública los crímenes contra mujeres o contra minorías étnicas, sexuales o culturales; o que no afecta a la ciudadanía los crímenes de cuello blanco o de los poderosos, que en términos de perjuicios pueden implicar unos cuantos millones de pesos mas que el que se roba un estéreo.
Finalmente en el nivel policial se sigue actuando en base a la táctica de la sospecha, que básicamente es confiar en el “olfato” de los agentes de seguridad, construido en base a la subcultura policial predefinida por la formación académica y las exigencias de sectores hegemónicos de poder. El resultante es la consagración de un estereotipo tan arbitrario como previsible: los hombres jóvenes pobres que carecen de herramientas para defenderse de esa configu
ración social de enemigos públicos.Por un lado hay empresarios dueños de medios de comunicación que en sus canales dedican gran parte de su tiempo a exhibir los registros audiovisuales de las cámaras de seguridad y a difundir noticias vinculadas a ciertos delitos (generalmente delitos contra la propiedad de torpe elaboración) al mismo tiempo que participan de negocios con el Estado, vendiendo seguridad privada o esas mismas cámaras de seguridad.
Por otra parte, se aprovecha el miedo que en ciertas franjas sociales existe al delito para usufructuarlo en términos de rating. Entonces, se manipula el dolor de las víctimas y se explota ese miedo a niveles paranoides.
En definitiva, el delito es un negocio en manos de empresarios inescrupulosos.
Esto no quiere decir que no se cometan delitos y que la prensa no deba informar a la ciudadanía. En todo caso la pregunta central es si los medios de comunicación reflejan fielmente una realidad preexistente o si, por el contrario, refuerzan la inseguridad mediante la ampliación mediática del fenómeno.
Como decía Foucault, los discursos no son considerados como una mera transmisión de un sentido o una mera representación de la realidad sino como prácticas que generan y producen los objetos a los que se aplican (Saber y Verdad).
De esta manera, no puede estar ausente la interrogación acerca de los discursos que circulan, producen y configuran la experiencia de la (in)seguridad.
En este aspecto, no puede hablarse de un discurso periodístico, dado que este no es homogéneo: no es lo mismo leer La Nación que Pagina 12.
Uno puede leer en ciertos columnistas la forma en que los “argentinos” y “los ciudadanos” (así como también “los vecinos” o “la gente”) son presentados como universales, como totalidades armónicas. Al mismo tiempo que delimita un adversario: el que es expulsado de la totalidad. El que no es ciudadano, no es gente.
Esa estrategia discursiva es reforzada apelando a metáforas bélicas. Lucha contra el delito, combate contra la droga. La pretensión de eliminación al que no es ciudadano.
Entonces, las metáforas bélicas nos recuerdan que estamos frente a dos grupos contrapuestos, por lo que no es asombroso que ciertas vidas aparezcan como sacrificios necesarios para luchar contra la inseguridad. Y entonces aparece un presentador de noticias de apellido Feinman a decir “uno menos” cuando da la noticia de un presunto autor de un delito muerto por la policía.
Es el instante en el cual el problema de la seguridad en los medios de comunicación se plantea como la eliminación de esos “otros” que han sido construidos como la causa eficiente de la inseguridad.
El síntoma que permite creer que erradicándolo se eliminara la enfermedad, se solucionara el problema de la inseguridad.
Es por eso que hay muertes invisibilizadas. Un editor de la agencia DYN manifestaba ante un trabajo de investigación que “se ha hecho costumbre leer que una persona murió de un balazo en un enfrentamiento con la policía. A veces pasa como si uno dijera llueve.”
Es posible que lluevan muertes naturalizadas de sectores sociales excluidos, los que Bauman denomina "residuos humanos".
¿Cómo se trabaja dentro del Sistema Penitenciario para preservar los derechos de las personas privadas de su libertad? ¿Cuales son los organismos/instituciones que brindan esas garantías?
Además de la libertad ambulatoria, la persona encarcelada sufre la restricción de su derecho a su salud, con escasa atención médica, ausencia de profesionales, imposibilidad de gestión de turnos con el hospital público, sin medicación suficiente, en definitiva con un peligro latente de muerte por cuestiones que en libertad no generarían esos niveles de riesgo.
El detenido sufre además restricciones a estudiar y a trabajar intramuros, actividades que son entendidas como "beneficios" por la administración penitenciaria y no como auténticos derechos, que el Estado debe garantizar a toda la población carcelaria en idénticas condiciones en que se gozan esos derechos en libertad.
La orientación hacia la reeducación y la reinserción social de las penas privativas de libertad es un rasgo común de la mayoría de las legislaciones. Para ello, se establece un tratamiento penitenciario, se configuran sistemas progresivos, basados en una filosofía premial – punitiva y se prevén una serie de “medidas alternativas”.
Varias observaciones sobre el tema:
La idea misma de la resocialización/reinserción. En todo caso, se trata de una inserción. Los que cometen un delito y caen en el mundo penitenciario ya estaban al margen. En su mayoría se encontraban excluidos del sistema. La idea de la reinserción de quienes pasan por la cárcel es
una mentira. La mayoría de las personas privadas de su libertad nunca estuvo en el circuito laboral, nunca cumplió una escolaridad; algunos hasta no tienen documento.
No se reinserta quien no estuvo inserto. Quien no estuvo inserto en una sociedad, con laburo, educación, salud, contención, oportunidades, derechos, etc. No le podemos decir que tuvo oportunidades y que las desaprovechó, nunca estuvo dentro, de manera que estuvo y sigue afuera, pero lo medimos con la vara de los que estamos adentro y tuvimos todo eso.
Ahora, cuidado: la crítica a la ideología de la resocialización no puede hacer retroceder el discurso de los derechos de los reclusos. Digo esto porque la prisión actual es una prisión que ha abandonado completamente la finalidad declarada de corrección o reinserción, transformándose en modelos de “prisión jaula” o “prisión deposito”.
La prisión actual tiende a la incapacitación o neutralización del preso.
La ruptura con el modelo resocializador se verifica por un lado, desde el plano legislativo – judicial: restringiendo los derechos de los reclusos para su progresiva reinserción social, entendidos como “beneficios” que deben ser cortados o cercenados. Es decir que no haya posibilidad de flexibilizar el encierro y este sea lo mas largo posible; por otra parte, en el plano político, el discurso “que se pudran en la cárcel” es replicado por actores gubernamentales.
Entonces, cuando la cárcel es despojada de su función resocializadora, el encierro se convierte en una pena de elevado contenido aflictivo e inhumano.
Frente a este cuadro de situación, hay iniciativas de algunos sectores del poder judicial (minoritarios) o externos a el (Comité contra la Tortura de la Comisión por la Memoria, CELS, INECIP) orientadas a paliar los daños emergentes de semejante estructura, pero hasta tanto no haya una decisión política en sentido contrario, este sistema cruel se va a mantener y hasta profundizar.
Al momento de la investigación la Justicia elabora/realiza una caracterización particular sobre cada uno de los llamados hechos de inseguridad, ¿Cómo vé que se corresponde o contrapone ésta caracterización con la que generalmente realizan los medios de comunicación? ¿Qué rol juegan los estereotipos dentro del discurso de comunicación masiva?
No hay mucha diferencia entre gran parte del discurso que construyen los medios masivos de comunicación y autores como Lombroso, Ferri o Garofalo, quienes parecen incluso ser directores de cámara o contenido de ciclos como "Policías en Acción", un programa donde la realidad se muestra como melodrama, pero no toda la realidad, sino la realidad de como viven las capas populares, donde la vida de los pobres se exhibe para que la vean los destinatarios puros pertenecientes a los niveles socioeconómicos mas altos, con la intención de mostrarles como es vivir en la marginalidad, especialmente como es el circo de los "distintos" a nosotros, de borrachos, drogadictos, putas, y piqueteros, sus peleas familiares y barriales siempre enfocado desde el lente de la cámara de un policía, que es protagonista del ciclo desde una representación siempre positiva: la humanidad de los agentes, la legalidad de su accionar y la posesión de un saber legal punitivo son sus caracteres.
Por otra parte, ya el término “inseguridad” implica una doble reducción de su significado. Una primer reducción al vincular inseguridad con delito, dado que hay inseguridad en diversas relaciones sociales: el ámbito laboral cuando tenés un trabajo precarizado que podes perder en cualquier momento; inseguridad en la salud cuando no podes tener una obra social y el sistema
de salud publica no responde tus necesidades, etc. Una segunda reducción es vincular inseguridad solo con una categoría de delitos: los delitos contra la propiedad. Y entonces parece que no es una cuestión de agenda pública los crímenes contra mujeres o contra minorías étnicas, sexuales o culturales; o que no afecta a la ciudadanía los crímenes de cuello blanco o de los poderosos, que en términos de perjuicios pueden implicar unos cuantos millones de pesos mas que el que se roba un estéreo.
Finalmente en el nivel policial se sigue actuando en base a la táctica de la sospecha, que básicamente es confiar en el “olfato” de los agentes de seguridad, construido en base a la subcultura policial predefinida por la formación académica y las exigencias de sectores hegemónicos de poder. El resultante es la consagración de un estereotipo tan arbitrario como previsible: los hombres jóvenes pobres que carecen de herramientas para defenderse de esa configu